Es posible que para los magistrados que forman el tribunal que juzga a Álvarez-Cascos por el presunto delito continuado de apropiación indebida sea un trabajo rutinario dictar la sentencia. No sé si es una tarea simple o compleja, pero desde una perspectiva periodística me parece un juicio singular. Vean sino el largo elenco de testigos que van a prestar testimonio sobre los gastos del político gijonés. Más de cincuenta personas, entre los de la acusación y de la defensa, hablarán de comidas, tiques, viajes, vídeo juegos, dietas, etc. El propio magistrado que preside el tribunal habló de «meter tijera» para sintetizar los testimonios.
Cincuenta personas, pero sólo dos relatos. Los requeridos por la acusación van a poner los mismos ejemplos de aprovechamiento ilícito y los citados por la defensa expondrán los mismos datos sobre el recto proceder de Cascos. En un juicio que verse sobre una pérdida patrimonial (dolosa o no) de 173.855 euros no es habitual que se convoquen a tantos testigos para decir lo mismo.
Para que el absurdo dé paso a la lógica, basta decir que todos los que deponen son o fueron militantes de Foro. Entonces ya se entiende todo. Cascos fue el primer presidente de Foro, y la primera persona citada por la defensa, Carmen Moriyón, es la actual presidenta del partido. Entre ellos solo estuvo el liderazgo de transición de Cristina Coto. La mayoría de los que hablan, o van a hablar, de los tiques o viajes están o estuvieron en la dirección del partido. Hasta se da la circunstancia de que el letrado de la acusación, Luis Llanes, fue en una ocasión anterior (querella de Cascos contra un dirigente de Foro) abogado del político gijonés.
Familia
Quiero decir que estamos hablando de una familia, todo lo mal avenida que quieran, pero familia, que tuvo fuertes tensiones políticas, ideológicas, económicas, que le llevaron a dirimir sus cuentas por la vía judicial. Sin partir de esta premisa se entienden muy pocas cosas, ni los estados de ánimo de los dos máximos dirigentes al declarar en el juicio ni la animadversión entre ellos.
Hay un segundo asunto que me intriga, porque no logro comprender. De los primeros testimonios se deduce que Cascos hacía y deshacía en el partido. Tenía el control ideológico, político, económico, etc. Mandaba y todos le obedecían. A su vez los órganos del partido funcionaban; la comisión directiva se convocaba con más frecuencia que en el PSOE o en el PP, pero nadie de los actuales acusadores era capaz de levantar la mano en una reunión para pedir una aclaración sobre cualquier aspecto de la gestión del partido. ¿Cómo nadie le preguntó a Cascos si también oficiaba de tesorero? ¿Cómo no se le ocurrió a ninguno pedir una aclaración sobre las cuentas? Mientras Foro tuvo una fuerte base electoral (16 escaños en 2011-2012, 12 escaños en 2012-2015) no hubo ni críticas políticas ni se cuestionó el funcionamiento interno.
Corea
Soy consciente de que Cascos no es una monja de la caridad, por algo cuando era secretario general del PP lo llamaban «general secretario», pero lo que me admira es hasta dónde pudo llegar el silencio de los corderos. No entiendo cómo entre todos los subordinados no pudieron reunir un mínimo de entereza para hacer frente a ese enorme disparate que nos relatan. Igual, ahora, algún testigo pide una mampara para declarar, porque es complicado, sicológicamente, pasar del disfrute del cargo público al descabello del personaje. Entiendo que Cascos podrá impresionar, pero no es Kim Jong-un. Y Asturias tampoco es Corea del Norte.
En 1998, siendo Cascos vicepresidente del Gobierno de Aznar y secretario general del PP, encabezó una operación para desestabilizar al Gobierno de Sergio Marqués. El presidente Marqués recogió el guante y presentó batalla. Por aquel entonces se decía: «Marqués es un paisano». Pues eso.
Cuando Foro se rompió en dos, la dirección del partido cooptó a un militante, curtido en mil batallas, para confrontar con Cascos, porque el resto no se atrevía. Esas debilidades, propias de menores de edad, han estado presente en la mutación de un partido moderado reformista en otro muy distinto, con un lenguaje de minoría identitaria, hablando de la ‘burguesía extractiva’ de la región.
Pusilánimes
Cascos hizo un desembarco modélico en la política asturiana, ganando las elecciones a los cuatro meses de fundar el nuevo partido. Luego cometió errores de bulto, como presentar una candidatura de Foro por Madrid, que pasó inadvertida para los madrileños. Pero el fracaso de su Gobierno estaba escrito desde antes de la investidura. Rajoy lideró la estrategia de aliarse con el PSOE de Javier Fernández para asfixiar al Gobierno asturiano (hasta le querían quitar las competencias sobre el sector público). Cascos volvió a equivocarse y convocó inmediatamente elecciones anticipadas. Ahí empezó el desastre. Mariano sólo hace política para adultos.
Ahora Foro tiene pocos votos y un solo escaño en la Junta General del Principado. En la práctica se ha convertido en un partido gijonés con una alcaldesa bien recibida por el vecindario, tras los dislates del gobierno de la izquierda en el anterior mandato.
Aunque se juzguen los gastos, todo lo anterior está presente entre los testigos. Ignoro el sentido de la sentencia, pero la pugna de Foro, ya judicializada, no cabe reducirla a una batalla entre buenos y malos, porque los pusilánimes exigen un sitio.