El discurrir de los congresos de los partidos políticos estuvo marcado en España por los avatares de los congresos socialistas que traían una tradición de la época del exilio. En la transición, los congresos tenían una fuerte impronta ideológica (la discusión sobre la definición marxista del PSOE, en 1979, que llevó a la retirada provisional de Felipe González dando paso a una gestora) que cristalizó en una lucha por el poder en la comisión ejecutiva (guerristas contra renovadores).
En esa clave discurrían las citas congresistas hasta que alguien rescató del baúl de los recuerdos una vieja práctica de los tiempos de la Segunda República y se organizaron las primarias entre Almunia y Borrell. A partir de entonces los congresos se articularon en torno al liderazgo. Esa fue la época en que el PSOE tuvo un funcionamiento interno más democrático. En el año 2000 hubo cuatro candidatos para la Secretaría General del PSOE, imponiéndose Zapatero a Bono, Rosa Díez y Matilde Fernández. Ese mismo año compitieron Javier Fernández y Álvaro Álvarez por el liderazgo en la FSA. Hubo muchos más pulsos internos (Rubalcaba-Chacón, Tomás Gómez-Trinidad Jiménez, Sánchez-Madina-Tapias, Sánchez-Susana Díaz-Patxi López, etcétera).
Posteriormente, el PSOE entró en otra fase, impulsado por Pedro Sánchez, en que las primarias sirvieron para concentrar todo el poder en el líder, quedando el Comité Federal convertido en un órgano de asentimiento: ‘en el nombre de España, en el interés de España, defiendo hoy la amnistía…’ Todos los miembros del Comité Federal se pusieron en pie e irrumpieron en una ovación interminable. Un acto de vasallaje incompatible con el PSOE crítico, plural, que hubo hasta el otro día.
Desde entonces se trabaja en Ferraz con el esquema del candidato único para los congresos. Si hay dos es una anomalía. Por eso se retiraron Lobato, Tudanca o Espadas tras haber anunciado que competirían por la jefatura de sus regiones.
Mayoría
En ese marco fue elegido Adrián Barbón, por tercera vez, secretario general de la FSA, por una abrumadora mayoría de votos. Sólo tuvo un voto en contra, que pudo ser fruto de la equivocación o de cuitas personales, vaya usted a saber.
El camino a recorrer está marcado en los discursos de Sánchez y Barbón al abrir el 34 Congreso de la FSA. Ambos partieron de un análisis optimista de la situación de España y Asturias y, a partir de ahí, toca poner rumbo hacia el año electoral de 2027 (autonómicas, municipales y nacionales). Espíritu militante para la tarea.
Antes de tratar otros asuntos, me gustaría señalar que me sorprendió agradablemente el discurso de Sánchez, capaz de hablar media hora sin nombrar a Ayuso ni a la comunidad autónoma de Madrid. Hubo descalificaciones para el PP y Vox, como ellos se las hacen a él, pero lo principal de su parlamento no estuvo en esas referencias. Las afirmaciones que hizo son discutibles, pero esa es la esencia del debate político. O estoy muy equivocado, o los cuadros del partido, presentes en el Centro Cultural Niemeyer, salieron satisfechos.
Identificación
La química entre la FSA y Sánchez vuelve a ser como en los tiempos en que Adriana Lastra era vicesecretaria general del PSOE y portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. En la recuperación de los intensos afectos tiene mucho que ver la vicesecretaria general de la FSA. Como estamos hablando de un partido político y de una dirigente del mismo, digamos que los afectos se entrelazan con la estrategia. Siete meses de Adriana de delegada del Gobierno sirvieron para que la FSA vuelva a estar en la vanguardia del ‘sanchismo’.
Por cierto, oyendo a Barbón dirigiéndose a los delegados, con Pedro Sánchez como testigo, me vinieron a la cabeza, por contraste, los ‘canutazos’ de Ángel Víctor Torres, Jordi Hereu, Diana Morant, Pilar Alegría y un largo etcétera de ministros.
Ya sé que se puede ser un buen ministro y un mal comunicador, pero no hay gabinete que resista con tanto titular de cartera incapaz de añadir algo a las frases estereotipadas del argumentario oficial.
Reforzar
Durante el fin de semana se habló de reforzar la dirección de la FSA con consejeros del Principado. Una operación que estaría movida por el objetivo de dar más peso político a la dirección del partido. Desconozco el nivel político de los dirigentes de la Federación, pero estoy seguro que puestos a reforzar con fibra política, nadie más necesitado que el Gobierno del Principado. Es una carencia de la que han adolecido todos los equipos presididos por Barbón.
Ya ocurría en los gobiernos de Javier Fernández, por eso la entrada de Fernando Lastra en el Ejecutivo, en los últimos tiempos del segundo mandato de Fernández, sirvió para impulsar temas que llevaban años, lustros y décadas detenidos.
El optimismo congresual no soluciona problemas. Tampoco el pesimismo, desde luego. Sánchez, como siempre, pasó de puntillas por la política territorial, dejando una escueta referencia sobre el aumento del gasto en servicios sociales. Esconder la cabeza como el avestruz no ayudará a ganar las elecciones de 2027.
El Gobierno de Barbón se acerca al ecuador del mandato. Los segundos mandatos suelen producir un mayor desgaste a los gobiernos. No sé si reflexionaron sobre esto en Avilés. De ahí la necesidad de reforzar el Gobierno y de incorporar a gente que sepa enhebrar un discurso sobre la industria tras el cambio de agenda de Arcelor.