El Gobierno de coalición (PSOE, IU-Convocatoria por Asturias) tiene un lío interno. Por primera vez en lo que va de legislatura hay un choque entre las dos fuerzas por un asunto capital: los impuestos. Antes hubo algunos desencuentros por cuestiones menores o, al menos, que no formaban parte de la estrategia de los partidos. En esta ocasión, las diferencias son sobre un tema sensible para toda la sociedad.
Xabel Vegas, portavoz en la Junta General del Principado por IU-Convocatoria, anunció una subida de impuestos para las rentas altas, así como una mayor presión fiscal para los grandes tenedores de inmuebles y las grandes superficies. Este señor estuvo afiliado a Más País y ahora creo que además de su militancia en Convocatoria, también está en Sumar. Imagino que la propuesta fiscal estará suficientemente hablada con IU. En cualquier caso, habrá que esperar a las declaraciones de Ovidio Zapico, coordinador general de IU, para ver si introduce matices a la alternativa fiscal de Vegas.
Lo único cierto que sabemos es que el presidente del Principado y secretario general de la Federación Socialista Asturiana, así como el portavoz del Gobierno, han rechazado sin ambages la propuesta, negando también que hubiera algún acuerdo sobre alzas de tipos fiscales entre los dos socios del Ejecutivo. Siempre pueden aumentar más la presión fiscal los pequeños grupos que los partidos grandes. Es probable que Convocatoria por Asturias no pierda ni un voto por introducir tipos marginales elevadísimos en el IRPF, pero si lo hace el PSOE pasa directamente a engrosar las filas de la oposición.
Vayamos al asunto. Dejando a un lado la posibilidad de que la propuesta de Vegas sea un mero reclamo para despertar al electorado de izquierdas, lo primero que hay que plantear antes de incrementar la presión fiscal es si el Principado necesita subir los impuestos. El portavoz dijo que serviría para tener «unos servicios más públicos más sostenibles y más fuertes».
Recaudación
El Principado destina más recursos ‘per capita’ a la sanidad pública que el resto de regiones. El presupuesto regional crece, el gasto está en expansión y el endeudamiento baja. También aumenta la inversión pública. Sólo con una suficiente recaudación fiscal se pueden dar esas cuatro características juntas. La financiación de los servicios en nuestra región no precisa de más presión fiscal.
¿Es acertado subir los impuestos en alguna coyuntura? Seamos pragmáticos y alejémonos de dogmatismos: es evidente que hay ocasiones en que no queda otro remedio que subir los impuestos. En el otoño de 2011, cuando Rajoy ganó las elecciones diciendo que no iba a subir los impuestos, tocaba subirlos porque la recaudación se había hundido y no quedaba otro remedio que pedir un esfuerzo añadido a la sociedad, con un déficit público rozando el 10%. Una vez instalado en la Moncloa, Rajoy se comportó como un adulto y procedió a una amplia subida de tributos. También hubo que hacer lo mismo tras el crack de 1929 y durante la Segunda Guerra Mundial y el periodo de postguerra, por razones obvias. Volvamos a lo nuestro.
Comparación
Miremos al resto de comunidades autónomas para ver si debemos dar una vuelta de tuerca a los impuestos. Dejo a un lado las propuestas de poner un gravamen a los grandes tenedores, porque, por ahora, todas las restricciones a los grandes propietarios vienen por la vía de la declaración de zonas tensionadas. Aunque podemos inaugurar en Asturias la política imaginativa de poner un gravamen de dudoso encaje legal que sería pionero en Europa.
Tampoco merece la pena discutir sobre un mayor gravamen a las grandes superficies que sólo tienen una tributación diferenciada en Asturias, Cataluña y Aragón. Tanto en grandes tenedores como en hipermercados la recaudación fiscal apenas tendría consecuencias prácticas a la hora de financiar los servicios públicos.
Vamos con las figuras fiscales tradicionales, empezando por la principal, el IRPF. En la actualidad, las rentas más bajas (por debajo de 12.450 euros) sufren la mayor presión fiscal en Asturias (10% tramo autonómico). En las rentas más altas se aplica en Asturias un tipo del 25,5%, sólo superado en La Rioja, Valencia y Canarias. Si a ello sumamos que en Asturias no se ajustó el IRPF con la inflación, podemos llegar a la conclusión de que, en ninguna región, quizás con la excepción de Cataluña, se tributa tanto por el Impuesto de la Renta. No hablemos del Impuesto de Sucesiones, ya que lideramos la fiscalidad sobre las herencias, o en Actos Jurídicos Documentados, donde el tipo fiscal asturiano duplica de largo al estatal.
Vecinos
Hay otro factor muy importante a tener en cuenta: la fiscalidad de nuestros vecinos. En Castilla y León, Galicia y Cantabria tienen una menor presión fiscal, luego resultan más atractivos para ciudadanos y empresas. ¿Es aconsejable que el Gobierno de coalición se apropie de más ahorros del público?
En las actuales circunstancias, tal propuesta no debería estar en la agenda política. Hay que acabar con los sinsentidos de la política asturiana, de ser los primeros en pedir apoyo a la industria y, a la vez, poner todo tipo de obstáculos fiscales y burocráticos para impedir que prospere. Basta de hacer de la Administración un elemento que impide la actividad económica y la creación de puestos de trabajo. Cómo se atreven a hablar de empleo si a todo lo que se mueve pretenden adosarle una tasa fiscal.