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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA TRAZABILIDAD DEL PROGRESO

Empezó el debate parlamentario de los presupuestos con las tres enmiendas a la totalidad presentadas por el centro-derecha: PP, Vox y Foro. Las tres fueron rechazadas como ya se daba por descontado, porque el bloque de las izquierdas, con 23 escaños, supera por un voto al bloque de las derechas. El resultado estaba cantado, pero la importancia de la sesión estaba en el debate, en el cruce de argumentos, en las críticas y defensas del proyecto de presupuestos.

Hay que hacer una aclaración para explicar por qué en el Parlamento asturiano lo más interesante del debate está en la primera sesión y no en la última, con votación incluida. Los grupos parlamentarios de la Junta General del Principado tienen la costumbre de negociar los presupuestos cuando todavía no están confeccionados. Hablan siempre de borrador, pero a veces lo que tiene enhebrado el Gobierno no es un borrador, sino veinte o treinta datos y cuatro ideas. Paréntesis: en una ocasión, un amigo que trabajaba, a la sazón, en el entorno de Presidencia, me enseñó el borrador (no me lo dio a leer, simplemente me lo enseñó) y deduje que la ventaja del Gobierno sobre la oposición, en la negociación, estaba en la elasticidad de un documento fantasma que podía servir para disentir o para negar, según conviniera.

Retomo. Negociar a priori el proyecto de presupuestos, sin que se haya registrado en la Cámara, es una particularidad asturiana. El partido de Gobierno, es decir, el PSOE, inventó el sistema que consiste en negociar por delante, ya que una vez llevado el proyecto al Parlamento los datos son inamovibles. Eso arguyen. En el Congreso de los Diputados, que en esta materia dicta jurisprudencia, se negocia con el proyecto registrado. Recuerdo la primera legislatura de Zapatero, con Rubalcaba, portavoz del grupo parlamentario socialista, incorporándose a todas las reuniones hasta hacerse con la mayoría parlamentaria.

Peláez
En la Junta General del Principado, los diputados se limitan a corroborar lo negociado en discretas salas de prohombres colgados o en estancias partidarias de trato fraternal, calco de batzokis. Las enmiendas parciales vienen todas atadas entre los partidos que forman la mayoría. La oposición no coloca ni una. Carece de importancia esa sesión. Importa más la primera, donde se discute el conjunto del presupuesto y se defiende o ataca la totalidad de las cuentas.

Guillermo Peláez, consejero de Hacienda, defendió el proyecto porque «refuerza el Estado del Bienestar e impulsa la actividad económica y el empleo». En esa materia lo más destacado es que crea 1.500 plazas para funcionarios del Principado. Nuevo récord. Repitió una consigna que todos los años pronuncia el Gobierno: la oposición «quiere impedir que Asturias tenga presupuestos». Imagino que lo que no quiere la oposición son los presupuestos socialistas, donde crece todos los años el gasto corriente. La trazabilidad del progreso: se aprueban impuestos con tipos fiscales altos, los contribuyentes ingresan el dinero en Hacienda para que ella luego gaste ese dinero en nóminas. Nos pasamos el dinero de unos a otros y, ya se sabe, la región crece a tasas irlandesas. Ejemplo de valor añadido.

Peláez criticó a Álvaro Queipo por carecer de proyecto. Puso como ejemplo que su enmienda apenas tenía «cuatro carillas» de folio. Va en gustos, en Cogersa lo recibirían con aplausos.

Queipo
El líder de la oposición centró su intervención en los impuestos. Ya lo hizo en el último debate sobre el estado de la región. Mientras Asturias vaya en el furgón de cola del crecimiento y sea la segunda comunidad autónoma con tipos fiscales más altos para las rentas bajas y medias, hay que hablar de impuestos. En las predicciones de crecimiento de BBVA Research, para este año, vuelve a colocarnos en último lugar, empatados con Cantabria y por detrás del resto. La misma dieta fiscal, año tras año, legislatura tras legislatura, nos lleva al mismo sitio.

Queipo habló de acometer una rebaja fiscal histórica, si gobierna el PP. Criticó la «burbuja presupuestaria». Un discurso bien hilado, pero si quiere ganar credibilidad, la próxima vez, si no es mucha la molestia, nos dice por dónde va a pinchar la burbuja presupuestaria. Qué va a recortar de las cuentas socialistas. ¿Un Gobierno del PP volvería a aumentar el gasto de personal en 124 millones en cada ejercicio, como consta en este presupuesto?

IRPF
Tras advertir de la imposibilidad de acrecentar el gasto cuando terminen de llegar los fondos europeos extraordinarios, Queipo tocó el punto sensible del modelo fiscal socialista: no deflactar el IRPF. La inflación, ella sola, llena de dinero las arcas de Hacienda, porque permite simular que los ciudadanos tienen cada vez más ingresos. El Gobierno de Barbón, como el de Sánchez, jamás corregirá el efecto perverso que provoca la subida de precios en las declaraciones de renta.

Carolina López (Vox) repitió un clásico de su repertorio: el Gobierno incrementa la recaudación para «financiar chiringuitos». Volvió a acordarse de autónomos y jóvenes y de ganadería. Pumares (Foro) dijo una frase muy acertada: las cuentas no están «alineadas con los problemas reales de Asturias». Criticó la gratuidad de la Universidad de Oviedo (pagamos la matrícula a ricos).

Un debate con los pies en el suelo. Habrá que volver sobre él otro día. Dolores Carcedo pronunció una frase que merece el eco de la opinión.

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por JUAN NEIRA

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