Abandona Raúl Blanco la presidencia de Renfe para ir a trabajar al sector privado. Llegó a la cúspide de la gran empresa ferroviaria española por carambola. En enero de 2023 EL COMERCIO publicó que los trenes encargados por Renfe, tres años antes, para la red de cercanías asturiana no se ajustaban a las medidas de los túneles. Demasiado grandes las máquinas, luego inútiles para el servicio requerido. El escándalo fue mayúsculo. Asturias estuvo en la cabecera de los informativos y el Gobierno empezó a verse erosionado por un flanco imprevisto. La respuesta más sensata era cesar a la ministra (Raquel Sánchez) que no se enteraba de nada, pero el presidente del Gobierno prefirió mantenerla y pagar un precio más bajo, forzando la dimisión del responsable de Renfe y de la entonces secretaria de Estado de Transportes. De esa manera llegó Raúl Blanco a la presidencia de Renfe. En lo que respecta a Asturias el balance, tras dos escasos años en el cargo, es insustancial. Quizás haya sido un tiempo muy breve para exigirle logros, pero los dos grandes asuntos pendientes, la red de cercanías (que se cae a pedazos) y el desarrollo de la alta velocidad, plagado de incidencias, no permiten entrever un trabajo eficaz.
El sustituto, Álvaro Fernández Heredia, tendrá como principal tarea pendiente el impulso del plan de cercanías que debía terminar este año (2017-2025). A estas alturas el calendario inicial ha quedado totalmente desfasado; se prevé que algunas de las infraestructuras no estarán acabadas hasta más allá de 2030. En cuanto al material rodante (los trenes con las medidas bien tomadas), el ministro, Óscar Puente, declaró, hace once meses, que empezaba la fabricación de las primeras diez unidades que serán entregadas en 2026 (el contrato con el fabricante fija en 17 el número de trenes). Volvió a ratificarse en los dos compromisos: se comprarán 35 unidades para renovar toda la flota y las cercanías seguirán siendo gratuitas en Asturias y Cantabria hasta 2026.
La experiencia es tan amarga que nadie apostaría un euro por el cumplimiento de ambas promesas. Como anticipo, el secretario de Estado de Transportes, José Antonio Santano, ya dijo que el proyecto de licitar un segundo encargo (18 trenes) quedará en función de la demanda del público.
Al lado del empobrecimiento de las cercanías (hay carencia de maquinistas, repuestos, trenes), el resto de déficit empequeñecen. Esperemos que la alta velocidad tenga más servicios, aunque lo de parar en Mieres está duro de roer.