Álvaro Queipo presentó la alternativa fiscal del PP asturiano, que busca disminuir la presión impositiva para que ciudadanos y empresas cuenten con más recursos y puedan reactivar la actividad económica y, así, crecer el empleo. La reforma afectaría a la mayoría de los tributos: Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), Impuesto sobre el Patrimonio, Impuesto de Sucesiones y Donaciones, Impuesto de Transmisiones Patrimoniales e Impuesto de Actividades Económicas (IAE).
La propuesta del PP parte de la distinta carga fiscal que tienen los asturianos en comparación con la de otras regiones. Compartir con Cataluña el dudoso honor de tener el IRPF más alto para las rentas bajas no creo que sea defendible. Ni estar entre los primeros en gravar las rentas medias. Sobre este asunto puso Queipo un ejemplo. Un empleado asturiano por cuenta ajena, que gana 35.000 euros al año, paga a Hacienda más que otros ciudadanos, con los mismos ingresos por trabajo, que vivan en las regiones vecinas. Con la propuesta del PP ese mismo empleado ahorraría 308 euros. La situación más lacerante se da en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, donde hay comunidades autónomas en que se pagan cantidades simbólicas, mientras Asturias encabeza la presión fiscal sobre las herencias. Sobre esta figura fiscal puso Queipo otro ejemplo: si un asturiano recibe una herencia valorada en 450.000 euros, sin incluir vivienda, abonaría 36.000 euros a Hacienda; con la propuesta del PP no tendría que pagar nada.
Los tipos fiscales más elevados convierten a nuestra región en una isla fiscal, como recordó el presidente del PP. En los últimos años han circulado dos etiquetas para calificar el sistema fiscal asturiano: isla fiscal e infierno fiscal. Ambas quieren explicar la diferencia que hay entre tributar en Asturias o hacerlo en otras regiones. Ante este estado de cosas, el Gobierno de Barbón ha defendido su modelo, hablando de la vía fiscal asturiana, que se basa en una serie de deducciones en el IRPF. Por ejemplo, los gastos que hagan los menores de 35 años en transporte, cultura, vivienda, etc., serían deducibles en la declaración de renta. Queipo puso en cifras la vía fiscal asturiana: las deducciones sumarían 16 millones, mientras que «les quitan 126 millones solo con el IRPF» (supongo que se refiere a no deflactar).
Los impuestos guardan semejanza con la cocina: si no echas sal, el plato queda soso; si te pasas resulta incomestible. En Asturias hay exceso de sal y el personal se queja.