Ante las preguntas del diputado Centeno (Vox) sobre los parques de baterías, la recién nombrada consejera de la Transición Ecológica, Belarmina Díaz, dio respuestas prudentes, curándose en salud: «los parques son instalaciones estratégicas y claves en el desarrollo de la transición energética». Para el asunto problemático de la ubicación, Díaz encontró la fórmula: «ni pueden ni deben estar en cualquier lugar». No hay una sola infraestructura energética que pueda o deba estar en cualquier lugar. Al contrario, casi todas son sometidas a un duro chequeo técnico y administrativo para poder localizarlas en algún sitio del territorio. El Gobierno opta por suelos urbanos o urbanizables de uso industrial. La consejera considera «comprensible la alarma social». No veo la razón para que sea inevitable, cuando el impacto sonoro es bajo, la interferencia visual es la propia de cualquier contenedor de tres metros de altura (se pueden poner pantallas vegetales), no hay daño para la fauna y las famosas emisiones electromagnéticas, con las que se aterroriza al personal, no han servido para recusar a las baterías en ningún país avanzado. Queda la cuestión de los posibles incendios, que debe quedar resuelta introduciendo medidas concretas en cada proyecto.

La alarma social acompaña a las novedades energéticas; el simple transcurrir del tiempo despeja los fantasmas. Cuando los vecinos se acostumbran a verlas el miedo se disipa. En caso contrario, la gente temblaría ante las imponentes torres de los tendidos de alta tensión, pero el paso de los años hace que no provoquen temor (en Estados Unidos, las líneas de alta tensión tienen una extensión equivalente a dar ocho veces la vuelta a la Tierra por el ecuador). Por cierto, las distancias que se barajan para los parques de baterías (mil metros de un núcleo urbano o quinientos metros de explotaciones ganaderas) son muy superiores a las que rigen en otros países. El Principado y las empresas deberían informar con rigor sobre las consecuencias de los parques de baterías.

En su comparecencia, Belarmina Díaz expuso las tres prioridades de la Consejería de la Transición Ecológica: entendimiento con los agentes sociales, reactivar el Foro por la Industria y contacto constante con empresas en crisis. ¿Y el ‘anillo central’? Con el crecimiento tan espectacular que va a haber de consumo eléctrico (producción verde, centros de datos), en Asturias vamos a seguir con infraestructuras superadas hace más de treinta años.