Las declaraciones de José Blanco diciendo que los impuestos están bajos y deben subirse para financiar unos servicios públicos de calidad no han dejado indiferente a nadie. PSOE e IU apoyan, sin reparos, la reflexión del ministro de Fomento. El PP asegura que con la propuesta aumentará el paro. La Fade estima que es el peor momento para una subida de impuestos. La izquierda aplaude y la derecha protesta.
Subir impuestos en una coyuntura alcista, basada en el consumo, es absurdo. Bajarlos es un acierto, porque de esa forma Hacienda aumentará la recaudación. Eso pasó a lo largo de las dos legislaturas de Aznar y la primera de Zapatero. Cabe introducir una objeción: la especulación organizada sobre al ladrillo bien hubiera merecido una política fiscal distinta para el sector. Pero en líneas generales el patrón seguido fue el correcto. Cuando la economía de un país entra en crisis, bajar impuestos es un error, porque la gente dedicará el dinero a ahorrar, en vez de estimular la actividad económica. Se puede y se deben subir impuestos, como se ha hecho en la mayor parte de los países europeos, incluida España.
Desde que se inició la crisis económica, el Gobierno ha aumentado todos los tributos importantes (IRPF, IVA, Impuestos Especiales), menos el Impuesto de Sociedades, que ya era de los más altos de la UE. A escala autonómica, la mayor parte de los ejecutivos regionales han seguido la misma senda. Ahora José Blanco anima a una nueva oleada de alzas fiscales, con el pretexto de que los impuestos son bajos. Habitualmente, los dirigentes socialistas precisan más y dicen que la presión fiscal (recaudación fiscal en relación al PIB) es baja. La presión fiscal es un indicador engañoso, aunque la Administración de forma egoísta puede acogerse a ello. ¡Cómo no va a ser más baja la presión fiscal con cuatro millones y medio de parados!
El Gobierno hizo bien en subir los impuestos, aunque sólo fuera para rectificar la medida demagógica de bajar el IRPF en vísperas de la campaña de las elecciones generales de 2008. En las circunstancias actuales, es muy peligroso avanzar por esa senda. En el preciso momento que el Gobierno retira los estímulos a la economía, subir los impuestos supone impedir que el sector privado (familias y empresas) tome el relevo.
Si la economía no crece, no hay nada que hacer.