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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ABUSO MAYÚSCULO

Sin haber resuelto la controversia sobre el peaje del Huerna, nos encontramos con que la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (Seopan) ha aprovechado la ocasión para eliminar el tan debatido peaje a cambio de extender las tasas por todas las autovías de España, al módico precio de tres céntimos el kilómetro.

Una vez más el lobby de las concesionarias quiere hacernos pagar a los ciudadanos por circular por unas autovías que construyó el Estado con Fondos Europeos nutridos en un 50% por los impuestos de los alemanes (recuerden el cabreo en los escaños del Bundestag cuando el presidente Aznar anunció, a bombo y platillo, la bajada de impuestos). No les falta olfato a los gerifaltes de Seopan, porque en veinticinco años recaudarían 143.024 millones que es casi la nómina de diez millones de jubilados en un año. En el caso de Asturias habría 425 km. de pago, que dejarían en el primer año un saldo de 326 millones en las arcas de las concesionarias.

Guadiana
Las autovías de pago es un guadiana en la política española. La barajaron los dos grandes partidos, pero ninguno se ha atrevido a implantarla. La última vez que se habló del asunto fue por exigencias de la Comisión Europea. Me explico. En Bruselas estaban preocupados por el desfase entre ingresos y gastos y exigieron garantías al Gobierno de España para liberar fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

En la respuesta el Gobierno de Pedro Sánchez mencionaba tres veces la medida: «Se revisará la financiación de las vías de alta capacidad y se establecerá un sistema de ingresos que garantice los fondos necesarios para la conservación de la red viaria estatal». Más adelante se decía, «es necesario desarrollar un sistema de pago por uso de la red de vías de alta capacidad que permita cubrir los costes de mantenimiento e integrar las externalidades negativas del transporte por carretera». Y una tercera: «Necesario el desarrollo de un mecanismo de pago por uso de carreteras de alta intensidad». La cuestión estaba encarrilada, pero el Gobierno, temeroso del coste electoral, ofreció a Bruselas alguna otra vía alternativa de ingresos o una reducción de gastos creíble. Me inclino más por la primera que por la segunda.

Impuestos
La implantación de los peajes no es fácil de argumentar, porque las autovías ya están construidas por el Estado (en una pequeña proporción, también por las comunidades autónomas) y los usuarios de las mismas pagan una gran cantidad de dinero por circular por ellas. Cada vez que cargan de combustible el depósito del coche el 60% de la factura son tributos: Impuesto Especial de Hidrocarburos, IVA, Impuesto sobre Venta Minorista del Estado y Tasa de Consumo de Hidrocarburos. Cada año, los automovilistas ingresan 20.000 millones en las arcas del Estado y de las comunidades autónomas.

Conclusión: primero pagamos con nuestros impuestos su construcción y, luego, aportamos una cantidad ingente de dinero para mantenerlas. Después de toda esa enorme aportación de recursos privados, ¿qué nombre habría que ponerle al ejercicio de bajar las barreras y dejarnos atrapados hasta que introducimos las monedas para pagar el rescate?

Dejo para otra ocasión los efectos colaterales de reservar el gran capital de las autovías españolas (de las mejores de Europa) para las personas con recursos asegurados, dejando las sinuosas redes de carreteras nacionales, provinciales o locales para el resto. Por no hablar de la contradicción que supone en un país que tiene en el turismo su mayor fuente de ingresos, la obligación de hacer pagar a los extranjeros cada vez que se mueven para conocer las maravillas de nuestra tierra.

Discutimos sobre la conveniencia o no de implantar tasas turísticas y cuando nos descuidemos tendremos todos, indígenas y forasteros, que pagar cada vez que transitemos por las únicas vías seguras que existen para la circulación de automóviles en una nación con treinta y cuatro millones de vehículos de motor.

Hablando de seguridad, la mortalidad en las carreteras españolas es una historia de éxito, por lo que se redujo en los últimos treinta y cinco años. Gran parte de ese éxito está en los 11.792 km. de vías de alta capacidad (autopistas, autovías). Sólo hay 1.435 km de peaje. Con la multiplicación de las autovías de pago, el tráfico dejaría de ser mayoritario por la doble calzada.

Dinero
Lo peor de este asunto es que no importa la gestión del tráfico o la cuestión de la accidentabilidad, sólo interesa sacar más dinero al ciudadano. Las autovías de pago resultan atractivas porque suponen una nueva fuente de ingresos. Son un tributo más que se computa en cantidades de tres céntimos. Una dosis homeopática, repetida millones de veces, hace rico a cualquiera.

Recuerdo la inauguración de las estaciones de Inspección Técnica de Vehículos (ITV). Un negocio simple, como la pesca de salmones de Franco en el Narcea, con los mejores pozos reservados para el Caudillo. En Cataluña todos se lanzaron al negocio y de ahí surgió el amaño de las adjudicaciones públicas en los concursos de estaciones de la ITV.

La autopista ‘Y’ se inauguró el 10 de febrero de 1976. Miles de veces transitamos por ella. Sólo tuvimos que pagar por la gasolina. Casi cincuenta años uniendo a los asturianos, acercando las ciudades, con más vocación de calle que de carretera. No permitamos que nos pongan barreras para sufragar gastos ajenos.

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por JUAN NEIRA

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