La demanda turística navideña es semejante a la habida en los meses centrales del verano, por eso la despedida de 2025 se hará con lleno en los establecimientos hoteleros, tanto en la zona urbana como en la rural. Un dato así sería impensable hace diez años.

Para llegar a esta situación tuvo que producirse un doble cambio, tanto en la vivencia navideña como en las modalidades de turismo. La Navidad tradicional, vertebrada por el relato religioso, dio paso a una fiesta centrada en el consumo de productos materiales, financiada por la paga extra. En los últimos años esa fiesta derivó y del turrón se pasó al viaje, ya que experimentar, vivir situaciones distintas, atrae más que el consumo clásico. El cambio en las modalidades de turismo se notó mucho en estos dos últimos años en Asturias, al crecer, sobre todo, en los meses que están fuera de la temporada alta. El primer trimestre de este año el crecimiento fue espectacular, difícil de creer si tenemos en cuenta que en enero y febrero las temperaturas son bajas y escasean las horas de luz.

Javier Martínez, presidente de Otea (patronal turística), se muestra optimista ante la llegada de visitantes en el final de año. En el puente de la Constitución (6-8 de diciembre) hubo muchos turistas, y en la primera semana de las fiestas navideñas, más. Se espera que en los hoteles haya casi lleno. Las únicas dudas sobre el tirón turístico de fin de año están en la Federación Asturiana de Turismo Rural (Fastur); la vicepresidenta, Ana Llano, cree que la ocupación será «regular».

El turismo rural tuvo en 2024 unos resultados inferiores a los previstos. El Principado siente una especial simpatía por esta modalidad de turismo por razones históricas, ligada a la experiencia inicial con la Rectoral de Taramundi, y por la política que desarrolla en torno al despoblamiento, especialmente agudo en el medio rural. Por ello este año ha creado un programa de bonos, dotado con 600.000 euros, para subvencionar con ayudas directas de hasta 75 euros las estancias de dos noches en hoteles rurales en los meses de temporada media y baja. Es de esperar que las ayudas económicas atraigan a más turistas.

El fenómeno de la desestacionalización, que propicia el Principado con las subvenciones, marca el inicio de una etapa distinta en el turismo asturiano. Hasta hace poco, el gran hándicap de los negocios turísticos residía en que solo tenían una fuerte de demanda en los meses de julio y agosto. El lleno navideño en los hoteles indica que siempre somos atractivos.