Día de sol en toda España, preludio de un fin de semana radiante, propicio para escapadas, era el escenario adecuado para que Rajoy moviera pieza (la afición –ahora lo llaman “pasión”- por el ajedrez me impide escribir mover ficha, porque en el ajedrez no hay fichas). Entrada la tarde del viernes, con la guardia en la cantina, el Comité Electoral Nacional del PP, un órgano que tiene el enorme mérito de interpretar exactamente la voluntad del presidente, hizo público el tándem con el que competirá el partido en Madrid: Cristina Cifuentes, candidata a presidir la Comunidad Autónoma, y Esperanza Aguirre nominada para la Alcaldía. Cifuentes es elegida a los tres días de asistir “encantada” a una conferencia de Albert Rivera (Ciudadanos). El reverso de la moneda es Ignacio González, víctima del “síndrome del ático”. La verdadera noticia está en la vuelta de Esperanza Aguirre a la política activa. Estaba convencido que el dedo de Rajoy la excluiría, porque el procedimiento aplicado era el mismo que siguió con Cascos en el año 2010: no decir nada y cuando todos comían turrón sacó a Pérez Espinosa de la manga. Explicación: las encuestas en Madrid tienen que ser muy adversas al PP para que el líder repesque a su gran rival. Gana la cosa pública, porque Esperanza Aguirre es la principal personalidad de la política española de la última década.
Mercedes Fernández será la candidata a presidir el Principado e Iglesias Caunedo tendrá la ocasión de lograr un segundo mandato como alcalde de Oviedo. En Asturias no había margarita que deshojar. Los rumores sobre posibles alternativas a la candidatura de Cherines procedían del entorno de alguna vieja gloria del PP, que tras veinte años de mando en plaza todavía confunde influencia con tenencia de coche oficial. Mercedes Fernández tendrá su segunda y definitiva oportunidad de convertirse en presidenta de los asturianos, tras el tropezón sufrido en marzo de 2012. En el espectro del centro-derecha hay dos fuerzas plenamente asentadas, Foro y PP, y otras dos con parte de su clientela en ese territorio, Ciudadanos y UPyD. El escenario es tan novedoso que cabe cualquier resultado, aunque se masca el fin del bipartidismo y se puede anticipar que ningún partido se acercará a la mayoría absoluta. Conclusión: cobra especial importancia la negociación de las alianzas, un aspecto que desdeñó el centro-derecha en 2011, cuando tenía 26 escaños.