Ciudadanos considera que no se dan las condiciones para unirse con UPyD antes de las elecciones autonómicas y municipales. Los candidatos a las alcaldías de Gijón y Oviedo ya han sido elegidos y dentro de quince días se celebran las primarias para encabezar la lista regional. No hay tiempo material para abordar un proceso tan delicado como es la disolución de dos organizaciones para crear una nueva. Repetidas veces, Albert Rivera solicitó a la dirección de UPyD entablar conversaciones para llegar a unir los dos grupos en una misma estructura, pero desde el partido rosa se rechazó esa posibilidad. Empujada por las circunstancias, Rosa Díez, el pasado año, aceptó hablar sobre el proceso de unión con Ciudadanos, pero poniendo unas condiciones previas, innegociables, como si UPyD fuera un partido superior y estuviera haciendo un favor al grupo “catalán”.
Por la cabeza de Rosa Díez nunca pasó la posibilidad de unirse a Ciudadanos, por miedo a los acuerdos que habría que arbitrar para formar la cúpula del nuevo partido. Está muy cómoda en el papel de reina de su grupo. Sólo habría una forma fácil, rápida y eficaz de organizar la fusión entre las dos formaciones: una carta de Albert Ribera dejando claro antes de empezar la negociación que el nuevo partido tendría una lideresa sin plazo de caducidad, llamada Rosa. Conclusión: ni hay tiempo para abordar un proceso de convergencia antes de los comicios de mayo, y existe un obstáculo infranqueable para llevar a buen puerto la convergencia, que no es otro que la máxima dirigente de UPyD.
Tras el batacazo electoral en Andalucía y las críticas de los pesos pesados del partido, Rosa Díez ha decidido enrocarse, y para ello ha convocado al Consejo Político que deberá este fin de semana respaldar la línea política marcada por la jefa. Como toda estrategia defensiva comporta soltar lastre, el Consejo Político va a nombrar como portavoz adjunto Andrés Herzog, que es tanto como decir que la jefa nombra sucesor. Con esos mimbres se organiza el bunker de UPyD, frente a las declaraciones de los críticos y el sentir de la opinión pública, que de forma elocuente quedó expresado en las urnas andaluzas. Una pulsión autodestructiva que está siempre más presente en los grupos pequeños que en los grandes. Una mujer con la trayectoria política de Rosa Díez, a un mes de cumplir los 63 años, debería comprender que su biografía no debería tener un capítulo final tan lamentable.