A tres días de empezar el congreso nacional del PP las aguas están mucho más tranquilas que unas semanas atrás. El sector crítico, formado por un conjunto de personalidades que ocuparon puestos relevantes en el Gobierno durante la época de Aznar, ha fracasado en su intento de doblar la muñeca a Mariano Rajoy antes de la realización del congreso y ahora se encuentra sin una estrategia definida. En esa situación se impone la consigna del “sálvese quien pueda”: María San Gil no acudirá a la cita valenciana, Francisco Granados –mano derecha de Esperanza Aguirre en Madrid- dice que votará a Rajoy y Juan Costa no será candidato a ningún cargo. Rajoy ultima los preparativos del cónclave y mantiene la incógnita sobre la personalidad del futuro secretario general del PP; desde los medios se especula con la posibilidad de que sea Pío García Escudero o Ana Mato. Jugar con nombres es muy periodístico, pero, en realidad, la figura del secretario general tiene una importancia relativa, al ser equivalente a la del secretario de organización en el Partido Socialista. No creo que Acebes o José Blanco hayan hecho nunca sombra a Aznar o a Zapatero.
Hasta que empiece a desarrollarse el congreso quedará abierta la incógnita sobre la integración de personalidades del sector crítico en la única candidatura que se va a presentar en el mismo, encabezada por Mariano Rajoy. Esperanza Aguirre ha declinado la invitación para formar parte de la lista. Que la presidenta del PP madrileño no haya aceptado la oferta no significa que otro dirigente crítico no vaya a hacerlo. Como ya hemos expuesto antes, se está en la fase del “sálvese quien pueda”, así que todavía tiene tiempo Rajoy para aumentar los apoyos.
Con un país sumido en una crisis repentina, que en un semestre se ha llevado por delante más de 250.000 empleos, le tocaba al congreso del PP ahondar sobre planes económicos para hacer frente a esa combinación de inflación, paro y déficit exterior que daña a nuestro tejido productivo. Sin embargo, la reunión congresual tendrá otras urgencias, que pasan por solucionar la división interna y proponer una reforma constitucional para poner diques contra el nacionalismo. Llevamos un lustro discutiendo de lo que no toca.