El PP nacional ha hecho sus deberes en el congreso, del que salió reforzada la figura de Mariano Rajoy con la presentación de una nueva dirección y el anuncio de un cambio de estrategia para centrar la labor de oposición sobre la gestión del Gobierno, rehusando seguir con el discurso de que se rompe España. La impugnación de Aznar a ese giro político no ha generado tensiones, porque Rajoy evitó la polémica arguyendo que el ex presidente está fuera de la política. El mejor ejemplo de que Rajoy ha retomado la iniciativa es que Esperanza Aguirre ha convertido Madrid en un búnker de la resistencia, al remodelar su Gobierno con incondicionales. Rajoy manda en la organización desde la aceptación de la España autonómica. En el País Vasco, la figura de Mari Mar Blanco puede sustituir en el imaginario colectivo la devoción por María San Gil, dos heroínas de la lucha antiterrorista.
En Asturias, la carrera por ganar el congreso regional se ha iniciado en Valencia. Durante el transcurso del congreso nacional, la ex diputada Alicia Castro afirmó que Ovidio Sánchez no saldrá reelegido como presidente del partido. La ausencia de éste en el congreso para atender un compromiso familiar dio a pie a que Pilar Fernández Pardo lo culpabilizara del pobre papel jugado por la delegación asturiana. La dirigente gijonesa dijo que Sánchez se hizo la foto de rigor al empezar el congreso y regresó a las sesiones de trabajo cuando ya estaba todo el pescado vendido. Es cierto que el motivo pretextado para ausentarse del congreso es más que discutible, pero no hay que engañarse, las delegaciones asturianas del PP no acostumbran a tener un protagonismo muy destacado en los congresos nacionales, y las excepciones a la regla vinieron siempre por iniciativas personales de delegados. No fue el caso. Luego volveremos a ello.
De los vaticinios de Alicia Castro y las duras declaraciones de Pardo se podría deducir que en el congreso se van a medir dos candidaturas para la dirección, una encarnada por Sánchez, que hasta ahora fue el único en presentar su alternativa, y otra representada por algún dirigente crítico. Las declaraciones del secretario general del PP asturiano, Reinerio Álvarez Saavedra, darían alas a esa expectativa.
Ahora bien, el PP asturiano es una organización muy especial, que vive en una bronca interna casi permanente desde hace diez años. Baste recordar las invectivas que lanzó De Lorenzo a Ovidio Sánchez el invierno pasado cuando se lanzó al ruedo de la política nacional. En otro partido, aquellas manifestaciones convertirían en incompatibles a los dos personajes para toda su vida política, y ya vemos que en el PP asturiano es distinto porque Gabino de Lorenzo es el principal avalista de Sánchez para renovar su liderazgo en el próximo congreso regional.
La presentación de una candidatura alternativa a la de Ovidio Sánchez en el congreso no puede extrañar, ya que el liderazgo de éste se prolonga por espacio de una década sin que haya dado grandes frutos, porque la única posición relevante lograda por el PP es la Alcaldía de Oviedo, que ya estaba en manos del partido desde ocho años antes de que Sánchez llegara a la Presidencia. En cualquier caso, al sector crítico hay que recordarle que ninguno de sus componentes se atrevió a dar el paso para hacerse cargo de la organización en el año 1999, cuando el partido estaba roto después de un periodo de crisis.
La permanencia de Rajoy en la presidencia del partido es el principal argumento de Sánchez para optar a otro mandato por tres años. El procedimiento lógico para presentar una alternativa sería sondear a la dirección nacional, para ver si Rajoy quiere que en Asturias haya continuismo o se produzca un cambio. Despejada la incógnita, procede estar quieto o presentar una alternativa. La debilidad de Ovidio Sánchez para seguir como presidente no reside tanto en los resultados electorales cosechados en el Principado, ya que en cada elección fue progresando (15 escaños en la primera legislatura, como líder de la oposición; 19 diputados en el segundo mandato; y 20 en el tercero, a un escaño de los socialistas), como en la debilidad de la estructura del partido por toda la región, que se concreta en gobernar en una docena de ayuntamientos de un total de 78 consistorios. Sánchez sólo trabaja la alianza con De Lorenzo, pero Asturias es algo más que Oviedo.
Sindicato de agraviados
La alternativa a Ovidio Sánchez no puede formarse a través de un sindicato de agraviados. Digo esto porque no veo otro nexo entre Alicia Castro, René, Luis Peláez, Juan Morales, Manuel Peña, Pilar Fernández Pardo y el grupo contestario del Occidente regional. Veamos algunas contradicciones de las principales figuras del sector crítico.
El secretario general del PP asturiano, René, siempre estuvo estrechamente unido a Ovidio, pasándose con armas y bagajes a la oposición en cuanto el líder insinuó que pensaba en un relevo para la secretaría general. Alicia Castro se muestra muy activa, cuando hace unos meses organizó una ceremonia civil para despedirse de la política. En cuanto a Pardo, formó tándem con Gabino en la batalla de las elecciones generales y ahora recupera su independencia y su capacidad de alternativa, una vez que ya tiene el acta de diputada debajo del brazo.
De todo el grupo crítico, la única figura para presentar una alternativa real a Ovidio Sánchez es Pilar Fernández Pardo, porque le apoya una organización local muy numerosa, la gijonesa, y porque tiene ganas de pelear, algo muy importante en política. Ahora hace falta que el discurso no se reduzca al «quítate tú para ponerme yo».
Y aquí enlazo con el pobre papel jugado por la delegación asturiana en el congreso. El PP asturiano tiene un discurso desnortado, ligado a la reivindicación de las cuencas mineras, y lleno de auténticas ‘perlas’ que sólo cultiva la ignorancia. En la campaña de las elecciones generales de 2004, un candidato/a dijo que le parecían bien las centrales de ciclo combinado, porque combinaban carbón y gas. ¡Y todos tan tranquilos! En la campaña del pasado marzo, otro candidato/a abogó por construir tres ramales de alta velocidad desde Oviedo, Gijón y Avilés al aeropuerto. Esos disparates no los pronuncian Areces, Javier Fernández o Fernando Lastra ni en el más incoherente de los sueños.