Un miembro de ETA, que había participado el pasado año en la campaña contra objetivos turísticos en la Comunidad Valenciana, ha sido detenido, y Zigor Goikoetxea, hermano del jefe del comando Vizcaya desarticulado el pasado mes, ha ingresado en prisión por proferir amenazas terroristas contra la portavoz del PP en Getxo (Vizcaya). Dos actuaciones distintas que remiten a una misma conclusión: continúa el acoso a la banda etarra. Jueces y policías trabajan activamente en la persecución de los terroristas, y éstos son detenidos y encarcelados con una rapidez inusitada.
Al hablar sobre el terrorismo etarra surge, con frecuencia, el interrogante sobre la fecha de caducidad de ETA. El grupo de los optimistas, políticos y observadores, dice que será pronto, mientras que el resto no se atreve a hablar de plazos. Pues bien, el rosario de detenciones habido desde que finalizó la última tregua muestra que la clave no está en concebir el punto final de la actividad terrorista, con una ceremonia de entrega protocolaria de armas, sino en lograr reducir al mínimo su capacidad de provocar daños. La desarticulación de sus bases logísticas, las sucesivas detenciones de comandos y la falta de apoyos institucionales y sociales, hacen que ETA esté cada vez más expuesta a la acción policial y judicial. A partir de ahí, se entra en un círculo virtuoso que pasa por la desmoralización de los presos de la banda, las discusiones internas sobre la estrategia de la violencia y la marginación de la organización terrorista.
Definitivamente, estamos mejor que hace un año y mucho mejor que hace dos. Mientras se mantuvo el escenario de la negociación, la banda tenía un horizonte político que le hacía concebir algo tan indignante como que cuarenta años de atrocidades podían darle algún dividendo (la unión del País Vasco y Navarra y la libertad para los asesinos). Cometió el tremendo error de tensar más la cuerda (atentado en la T 4) y ahora se encuentra acorralada y sin perspectivas. Por eso un individuo como Zigor Goikoetxea cometió la equivocación de amenazar de muerte a la portavoz del PP en Getxo. La fecha de caducidad de la banda es un asunto secundario, lo más importante es no desviarse de la política acertada, que por fin ha reencontrado el Gobierno socialista.