Después de las descalificaciones sufridas por la alcaldesa de Gijón al pedir que la reforma del Estatuto de Autonomía contemple la posibilidad de ubicar las sedes de la Administración regional por simple decreto del Principado, nos enteramos que el Consejo Consultivo, en un informe entregado al presidente Areces, defiende la misma tesis. El alto órgano de asesoramiento del Principado juzga que la redacción del artículo 5 del Estatuto de Autonomía no se ajusta a la realidad asturiana, y considera que la capitalidad no conlleva la localización de todas las sedes en la ciudad de Oviedo. Según el Consejo Consultivo hay que distinguir entre la Presidencia, el Consejo de Gobierno y la Junta General del Principado, de obligada ubicación en la capital de Asturias, y los distintos organismos, dependencias y servicios de la Administración autonómica, que pueden estar en otras ciudades de la región. Paz Fernández Felgueroso pedía que el cambio de sedes no necesitara ser sancionado por ley, dejando esa posibilidad en manos del Gobierno, y el Consejo Consultivo respalda esa propuesta.
Lo que pervierte el debate de las sedes es la premisa de la usurpación, defendida por Gabino de Lorenzo y los concejales de su grupo. Según los ediles ovetenses, ubicar el Instituto de la Mujer en Gijón es rebajar un grado la capitalidad ovetense. Sin embargo, los organismos de la Administración autonómica no son un atributo de la capital. Las sedes universitarias o los equipamientos sanitarios y culturales se ubican en función de las necesidades y teniendo en cuenta las disponibilidades humanas y materiales. El desarrollo de la política asturiana ya ha creado esa realidad que algunos se empeñan en negar por vía legal recurriendo a plenos de ayuntamientos. Verbigracia: el Consejo Consultivo tiene su sede en Gijón, al igual que la Dirección General de Pesca.
La misma reacción animosa se dio sobre asuntos que están lejos de ser regulados por el Estatuto de Autonomía. Como fue, en su día, la residencia gijonesa del obispo auxiliar, la posible sede de un jurado de los Premios Príncipe de Asturias, en Gijón, o el museo de los Premios Príncipe en Avilés. Una actitud defensiva, emocional, ajena a toda idea de servicio a la región.