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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL LIDERAZGO DEL PP

La cita electoral del 26 de mayo es más compleja para el elector que las elecciones generales del 28-A. En éstas últimas se votaba pensando en los candidatos a presidente del Gobierno y con el corazón encogido por una de las dos amenazas que circularon por todos los rincones del país: la pérfida derecha pretendía acabar con el Estado del Bienestar y la taimada izquierda estaba dispuesta a aceptar la ruptura de la Patria para que los independentistas catalanes se marcharan con su pedazo. No es broma, es verídico. Todavía ayer oí a uno de los principales comunicadores del país confesar que la víspera de los comicios fue para él una experiencia dura porque temía que la triple derecha ganara en las urnas y los ultras se instalaran en el puente de mando. Es un tipo relativamente joven (en Asturias, diríamos que es un chaval) que trata a todos los líderes del país y compra el miedo que le interesa para convertirse en altavoz del mismo. Entre que España se rompe y la derecha me aplasta nos convertimos en niños temiendo la llegada del hombre del saco.

El 26 de mayo está ayuno de un relato tan potente y carece de plasticidad. Amenazar con que un alcalde de ultraderecha va a envenenar el depósito del agua no es creíble. Decir que de las elecciones autonómicas en Baleares va a salir un archipiélago independiente no cuela. Es más, el hecho de que haya tres urnas, y una comunique con Estrasburgo, la otra con el pueblo y la tercera con la capital autonómica es ya un lío susceptible de dejar a la gente en casa sin ganas de votar.

Para que las pasiones desatadas del último domingo de abril no terminen en el cuadro abstracto del 26 de mayo es preciso buscar una emoción que mantenga viva la fe en la urna. Solo veo un argumento: la guerra del PP astur. La tensión entre las dos lideresas. La convicción de que si el PP logra la mayoría absoluta, Teresa Mallada ganará el pulso interno; y si el PP se despeña en el recuento de votos, Mercedes Fernández podrá descansar porque se acabó la bicefalia. El efecto mariposa nos ha enseñado que hasta el gesto más inocente encierra insospechadas consecuencias, así que no importa si se vota a cualquier otro partido porque esas papeletas podrán inclinar la balanza del lado de Cherines o de Mallada. Participé muchas veces en la elección de alcalde y presidente autonómico y no me hizo feliz. Otra cosa es tener en la mano la posibilidad de refundir los dos liderazgos de la derecha en uno solo.

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por JUAN NEIRA

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