Al parecer, los asturianos demandan para el futuro empleo y servicios públicos. El actual Gobierno regional ha repetido muchas veces que su primera prioridad es el empleo y, en otras tantas ocasiones, ha recordado que su principal compromiso es con unos servicios públicos de calidad. Basta repasar las competencias de las tres administraciones territoriales para comprobar que los gobiernos autonómicos son los responsables de la sanidad, la educación y los servicios sociales, mientras que en lo tocante al empleo los principales instrumentos de actuación están en manos del Estado, aunque también las comunidades autónomas tienen tarea por hacer.
Los ciudadanos claman por el empleo desde la primera crisis del petróleo, de la que pronto se cumplirán cincuenta años. Desde entonces el empleo es un bien escaso. En la actualidad, los trabajos convencionales están en crisis y el futuro del mercado de trabajo pasa por una mano de obra muy cualificada en íntima relación con las nuevas tecnologías. En Asturias, en materia de empleo no se ha avanzado. Tenemos un mercado de trabajo engañoso, con la tasa población activa (número de personas entre 16 y 65 años que manifiestan su deseo de trabajar) más baja de España (50,2%), y donde el paro desciende en los últimos años sin que apenas aumente el número de trabajadores ocupados. En 2018, la tasa anual de incremento de ocupados en España fue del 2,9%, mientras que en Asturias se quedó en el 0,5%. Solo Ceuta, con el 0,3%, tuvo un peor registro que nosotros. No descubrimos ningún secreto si decimos que en Asturias los jóvenes y los desempleados de cualquier edad no encuentran trabajo. Algún día habrá que hablar de ello con las personas dedicadas a contratar trabajadores que son los empresarios. Sin contar con los empleadores no aumentará el número de empleados. Los que crean que el problema se soluciona con más ofertas públicas de empleo de las administraciones van aviados. A los políticos que se hagan con las riendas de la región, tras las elecciones del día 26, hay que pedirles que se den una ducha de realismo y que aborden el mercado de trabajo con mirada renovada. Hay mucha riqueza por explotar, pero es necesario liberarse de prejuicios.
Los servicios públicos serán sostenibles si creamos riqueza, en caso contrario el relativo bienestar de hoy tendrá fecha de caducidad. En España se va a acabar el café para todos y no creo que Miquel Iceta pierda el sueño si se degrada la sanidad asturiana.