Hace años que el debate sobre las infraestructuras de transporte ha dejado de ser el asunto candente de nuestra comunidad autónoma. Otra cosa es que la clase política confunda brillantes ideas con nuevas carreteras, y en cada campaña electoral nos presenten un nuevo eje de vertebración del territorio. La falta de imaginación se suple en Asturias con hormigón. El menor crecimiento de nuestra región guarda poca relación con la red de comunicaciones y tiene mucho que ver con la falta de dinamismo empresarial, el corsé sindical, los localismos empobrecedores y la dieta de pasividad generada por una corriente de flujos económicos provenientes de derechos históricos: pensiones, fondos mineros, fondos europeos e inversión de los Presupuestos Generales del Estado (la región con más inversión estatal per cápita en los últimos veinte años).
Reconocido lo anterior, tenemos derecho a preguntarnos por ciertas anomalías que dañan a Asturias. Dicho en pocas palabras: somos la región que enlazará más tarde por AVE con la capital de España; pagamos el viaje de avión más caro a Madrid de toda la periferia autonómica, y tenemos que soportar peaje cada vez que queremos ganar la Meseta por vía de doble calzada.
Por lo que respecta a la comunicación transversal, las cosas no son mucho mejores, ya que el tramo Unquera-Llanes de la autovía del Cantábrico no estará terminado antes del verano de 2011, el trazado occidental de la autovía tardará aún más en completarse y, en cuanto al corredor de alta velocidad por la cornisa cantábrica, se juzga inconveniente para nuestra región.
Alta velocidad
De todo lo anterior, lo más preocupante es la línea de AVE de Madrid a Gijón. Es cierto que la construcción de la variante de Pajares está próxima a terminarse; al ser una actuación postergada durante décadas por su gran cuantía económica, el mayor problema está ya resuelto. Ahora bien, la incertidumbre sobre el trazado entre Pola de Lena y Gijón no es nada halagüeña. Aún no ha terminado el estudio que determinará por dónde ha de ir el AVE. La alternativa por un nuevo trazado parece declinar ante la opción de adaptar el actual, sometiéndolo a grandes reformas. En cualquier caso estamos hablando de bastantes años, y no está claro cómo se compaginarán los tráficos de cercanías y lejanías, los de mercancías y viajeros. Hay carencia de plazos y de un plan claro.
En cuanto al AVE del Cantábrico, justo es reconocer que no se trata de algo urgente y que se podrá vivir sin él durante un largo lapso de tiempo, pero es sintomática la distinta manera que hay de enfocarlo con respecto al resto de regiones. Está bien que seamos muy rigurosos con el impacto de las infraestructuras y que lideremos la preocupación por el medio ambiente. Pero que seamos la única región que tiene prejuicios ante la alta velocidad ferroviaria raya en el exceso.
Hay algunas razones estratégicas sobre el AVE del Cantábrico que no se pueden obviar. Las cuatro comunidades del Cantábrico tienen intereses comunes, pero carecen de vertebración, por razones de desarrollo histórico y político. Si doblamos el mapa de España por la mitad, vemos que en el Sur ocurre lo contrario: Andalucía, con ocho millones de habitantes, es un territorio integrado. En Andalucía hay un corredor transversal del AVE, que ya tiene construido el tramo Córdoba-Malaga, y que pretende ir de Portugal al Mediterráneo, a través de Huelva-Sevilla-Antequera-Granada-Almería. En Andalucía no se alzan obstáculos a esta infraestructura.
Estoy convencido de que a largo plazo contaremos con corredor del Cantábrico, ya que el resto de las comunidades lo quieren. Pero pudiera ser que Galicia acabara desestimando esa infraestructura y se apuntara a avanzar hacia el Este por el Camino de Santiago. El corredor de comunicación preferido por Fraga, que nunca se lamentó de la ausencia de la autovía del Cantábrico. Por su parte, Cantabria soluciona la mayor parte de sus demandas conectando con la ‘Y’ vasca y con Madrid. El problema sería para Asturias, que quedaría aislada sin gozar de las ventajas que le otorgan su posición central en la cornisa cantábrica. No me extiendo sobre las ventajas medioambientales que tiene el uso del AVE sobre las autovías.
Vuelos
Lo del avión se comenta por sí solo. En cuanto quedamos en las exclusivas manos de Iberia (otoño 2008), al renunciar otras compañías a operar desde nuestro aeropuerto, el viaje con Madrid se encareció súbitamente. Que un billete de ida y vuelta desde el aeropuerto de Asturias hasta Madrid cueste seis veces más caro que desde Santander y siete veces más que desde Santiago de Compostela es algo que se escapa a cualquier explicación racional. Por fortuna todavía hay prensa útil y profesionales competentes, así que tras la publicación de estos datos en este periódico, y la oportuna denuncia de la Unión de Consumidores de España en Asturias (UCE), la compañía anuncia una tarifa única para toda la cornisa cantábrica. Esperemos que la igualación de precios sea por abajo, no por arriba.
La última infraestructura pendiente es la autovía del Cantábrico, que tiene en Unquera-Llanes su tramo más largamente esperado. Existe el temor de que la prolongación de la crisis económica dilate la construcción de los tramos que faltan. Tras el incumplimiento de mil calendarios, la autovía del Cantábrico es ya una necesidad psicológica para los asturianos. En cuanto al peaje del Huerna, sería visto con benevolencia si se soluciona todo lo anterior.