Una de las singularidades de la política asturiana consiste en que hay que esperar varios días para conocer el resultado de las elecciones, porque aunque el cómputo del voto en las mesas se haga con la misma diligencia que en el resto de España, la suerte del ganador sólo se decanta de una manera clara al escrutar el sufragio de la emigración. El pasado domingo, a la noche, los comicios europeos se saldaban en nuestra región con una apurada victoria de los socialistas sobre el PP, cuantificada en seis décimas. Sin embargo, una vez registrado el voto de ultramar (Argentina, México, Uruguay) el triunfo resultó mucho más visible, al rozar los 9.000 sufragios, lo que supone una diferencia de dos puntos entre PSOE y PP.
Conocidos los datos definitivos toca valorar el pulso electoral entre los dos grandes partidos, porque la posición del resto de fuerzas (IU, UPyD) no queda modificada por las papeletas de la emigración. Si en el conjunto de España el PP ganó por 3,7 puntos sobre el PSOE, en Asturias las cosas fueron justo al revés, al ganar los socialistas por un 2% de los votos sobre el PP. Si tomamos como elemento de referencia los resultados de las anteriores elecciones europeas, año 2004, comprobamos que el PP, a escala nacional, mejoró sus posiciones en 5,9 puntos sobre el PSOE, mientras que en Asturias se mantiene inalterable la distancia entre los dos grandes partidos. De la mera exposición de los números se deduce que el PP asturiano sacó un mal resultado, sin posibles matizaciones. La euforia de sus principales dirigentes (Ovidio Sánchez, Fernando Goñi, Pilar Fernández Pardo) tuvo que estar provocada, sin duda, por la suerte de la derecha española y europea, pero no por lo acontecido en Asturias.
Corrupción y paro
Hay que ensayar alguna explicación que justifique la divergencia entre los resultados globales de España y los obtenidos en nuestra región. Antes de volver sobre el voto de la emigración, vamos a recordar los argumentos utilizados para ganar votos. El PSOE cargó contra los ultraliberales que habían generado la crisis económica y sacó a relucir la sombra de la corrupción en Madrid y la Comunidad Valenciana. La principal baza del PP fueron los cuatro millones de parados.
La responsabilidad de los ultraliberales en la recesión puede tener una importancia histórica o dar paso a disputas académicas, pero en toda Europa se ha votado mayoritariamente a la derecha, así que el argumento no pesó en las urnas. Las presuntas corruptelas en Madrid y Valencia han dado alas a la mayoría absoluta lograda por el PP en estas regiones, particularmente en la Comunidad Valenciana, donde la votación se convirtió en un plebiscito sobre Camps, con más del 52% de los votos, mientras el PSOE perdía cinco puntos.
El crecimiento espectacular del paro (1.200.000 trabajadores desde el inicio de la crisis) tuvo que pesar en las urnas, pero no fue el factor decisivo. La comunidad con más paro en España son las islas Canarias (26,1%) y los socialistas obtuvieron allí 10.000 votos más que en las anteriores elecciones europeas. Sin embargo, en Cataluña, con un paro del 16,1%, los socialistas perdieron 200.000 votos con respecto a la precedente cita europea. En las elecciones al Parlamento de Estrasburgo no existe voto útil, o el sentido de ese voto queda muy diluido, ya que de la elección no se deriva la formación de ningún gobierno, así que pese al protagonismo de los líderes nacionales -Zapatero y Rajoy- en la campaña, la decisión de los ciudadanos estuvo muy mediatizada por la estima hacia sus líderes autonómicos. La desastrosa gestión de Montilla y el tripartito, en permanente tensión con el Gobierno de Zapatero, tuvo un coste en las urnas para el PSOE. Todo lo contrario hay que decir del papel jugado por Esperanza Aguirre en el triunfo del PP en Madrid.
Claves asturianas
En Asturias, la distancia entre el PSOE y el PP se mantiene en las mismas posiciones que en el año 2004, cuando se rozaba el pleno empleo. El aumento de 22.000 parados en las oficinas del INEM en diez meses, las continuas regulaciones de empleo, la caída de la construcción y el hundimiento de la demanda en la industria no se trasladaron a los resultados. La inexistente campaña electoral del PP asturiano, y la forma de hacer oposición en la Junta, a base de preguntarle cuarenta veces a González Marroquín sobre su sueldo (104.000 euros), no atrae votos. Debe ser muy duro para el PP asturiano hacer oposición durante diez años al Gobierno socialista y comprobar que el voto del descontento va hacia los recién llegados de UPyD.
Volvamos hacia el voto de la emigración con algunos datos. El 64% del sufragio de los emigrantes fue para el PSOE, más de 40 puntos por encima del PP. En las elecciones autonómicas de 2003, cuando los dos grandes partidos se distanciaron por unas decenas de votos en el área central, el PSOE obtuvo 2.202 sufragios más que el PP en ultramar. En las autonómicas de 2007, el PP obtuvo algunas papeletas más en el área central, pero la emigración dio 5.000 votos más al PSOE. En los últimos 20 años, el censo electoral de los emigrantes se ha multiplicado por nueve, constituyendo un elemento decisivo para convertir a los cabezas de candidatura en presidentes de la comunidad autónoma. Bien mirado, como hace cien años, nuestro destino está en manos de ultramar.