Los sondeos electorales realizados durante el verano dan una cierta ventaja al PP. Otro dato perceptible en las encuestas es la sintonía entre el electorado femenino y Zapatero. La información demoscópica arroja resultados contradictorios, porque los comportamientos políticos, como todo lo que tiene que ver con pensamientos y conductas humanas, resultan, por definición, contradictorios. Valorar correctamente los datos que se contraponen y apreciar la tendencia dominante es lo que da capacidad de predicción a una encuesta.
La ventaja del PP en los sondeos no es ninguna sorpresa. El pasado siete de junio se celebraron elecciones europeas que fueron ganadas por el principal partido de la oposición. Los comicios de la UE deciden la constitución de la Cámara de Estrasburgo, pero el debate electoral estuvo enteramente centrado en la política nacional. En esta ocasión no se habló de los retos de la próxima presidencia europea, a desempeñar por el Gobierno de España en el año 2010, sino del paro y las recetas contra el desempleo. Las elecciones europeas son una encuesta real, con un altísimo grado de fiabilidad sobre lo que ocurriría si en vez de elegir los componentes del Parlamento de la UE se decidiera la formación del Congreso de los Diputados. El profundo deterioro de la situación económica, con problemas para empresas y trabajadores, así como graves amenazas para el sector financiero, tienen su reflejo en las encuestas. Digamos que el PP no ha hecho nada especial para mejorar sus expectativas de voto, porque todo el protagonismo (negativo) corresponde al Gobierno. La puesta en práctica de medidas absurdas, como la devolución de los 400 euros, la incapacidad para llevar a cabo una reforma laboral o la falta de aliados parlamentarios fiables, hacen que el cuerpo electoral castigue al Gobierno y beneficie al PP.
La benevolencia de las mujeres al evaluar a Zapatero tiene que ver con el discurso feminista del presidente y con algunas de las leyes aprobadas. Zapatero desarrolla una estrategia hacia el electorado que no había puesto en práctica ningún líder nacional, consistente en renunciar a tener un discurso general y lanzar mensajes sectoriales orientados hacia determinados grupos (mujeres, sindicatos, homosexuales, pensionistas). De dudoso éxito cuando choca con un 18,5% de paro.