Arranca la semana con 35 incendios en la región (Las Regueras, Teverga, Cangas de Onís, Illano, Ribadesella, Valdés). No estamos en una situación muy distinta a la que había hace diez días. La mayor esperanza reside en un hipotético cambio de las condiciones meteorológicas. El afán por quemar de los desaprensivos se mantiene intacto, así como la cantidad de matorral acumulado y el déficit de personal y materiales de los equipos de extinción. La bajada de las temperaturas y la lluvia nos llevarían a otro escenario. Cuesta hacerse a la idea de que los mismos elementos que nos librarían de una gran sequía, son los que necesitamos para blindarnos de los incendios. La sequía es un fenómeno ajeno al hombre, pero los múltiples fuegos no se explican sin la actuación delictiva de individuos antisociales. Óscar Rodríguez, el gerente del Servicio de Emergencias del Principado, declaró que el incendio de Las Regueras fue «totalmente intencionado». El presidente del Principado señaló que los montes quemados tienen un gran valor ambiental y económico. Son terrenos productivos, la mayor parte de propiedad privada. Al parecer los servicios de emergencia recibieron por la noche avisos de personas que estaban prendiendo fuego en Onís y Salas.
Después de todo lo ocurrido en los últimos quince días se puede concluir que hay una falta de concienciación generalizada sobre el daño que causan los incendios y los peligros que encierran. Los urbanitas creen que las ciudades llevan incorporados cortafuegos. Se sienten falsamente protegidos, de modo que el fenómeno no les afecta. En el mundo rural vivieron desde la infancia la práctica de las quemas autorizadas y no extraña, lo que debiera, ver a particulares quemar matorral. En el campo todos se conocen y por eso cuesta poner denuncias o declarar en un juicio contra los presuntos autores del incendio. Políticos y administraciones no han tenido hasta ahora entre sus prioridades la prevención y extinción de los incendios. La suma de todos estos elementos provoca la destrucción de la naturaleza, la indefensión de la sociedad y otorga un salvoconducto a los criminales.
Es preciso un cambio de mentalidad sobre el problema. No tiene ningún sentido estar hablando a todas horas de protección del medio ambiente, de reducir, reutilizar y reciclar, para quedar, luego, cruzados de brazos mientras unos pocos calcinan en unos días cerca de 30.000 hectáreas. Está muy bien lo del acero verde, pero lo primero es que el monte esté verde.