Pues sí, amigos, con harta frecuencia nos dejamos secuestrar por nuestra amígdala, que, aunque insignificante hace muchos estragos. Cada vez que una emoción como el miedo, la culpa o la ira, liberadas por la amígdala, nos invaden, lo que en realidad está ocurriendo es que ese pequeño órgano, del tamaño de una lenteja, […]