Al ver todas las imagenes, desde la llegada del autobús del Madrid a Mestalla, increpando a gritos a Vinicius, y luego todo el tiempo los coros racistas de los aficionados de Mestalla, uno se indigna. Pero la indignación ya trascendió todas las fronteras, en la peor imagen en el mundo que España deseaba tener, llegó a niveles que el propio presidente del Brasil, la octava potencia mundial del mundo, ha pedido a Pedro Sánchez, “que haga algo”.
Pero hoy, las fuentes socialistas, negaban los hechos y hablaban de 4 o 5 aficionados, pero acusaban a Madrid de interferir en Valencia.
Lo de ayer puede costarle la Comunidad a la izquierda.