Los Villarias eran queridos amigos. Vivían también la calle de López y montaron un negocio de venta de café, que sería el referente del buen café. Agripino y el padre de Jimena, futboleros, uno del Madrid y otro del Barcelona, su amistad y sus visitas al Bernabau trascendieron todo el exilio.Con Agripino en Madrid su amigo venía a ver los clásicos.Los Villarias y los Tomás se hicieron amigos de toda la vida.Pasados muchos años, el padre les dejó a cada hija una casa y Jimena, ante el México antiguo, buscó un lugar para vivir, lejos de la pesadilla de México y se fue a Vancouver, en Canadá.Gracias a Internet y el blog, a los 70 Jimena y Rafael, ya abuelos discutían si Mpapé se iba o no al Madrid.
Mi querida amiga, nunca se imaginó que aquel lugar remoto de México, que el fuego le produciría más miedo que los Carteles mexicanos. En Canadá, en el oeste hay 3,000 incendios vivos, la mayor población del mundo en estar afectada sin control.
Espero que su familia y sus hijas y nietos estén bien, pero es un ejemplo de que a los narcos se les puede derrotar pero a la naturaleza no.