Quizás nunca, las televisoras y los diarios de todo el mundo, dedicaron , tal dedicación a un español,por su acción.Desde China, Estados Unidos, Europa, América Latina, Asia todos abrían con un nombre, un misógeno de Motril ,en Andalucia: Luis Rubiales.
Sorprendente.
Y ante las 6 veces no dimitiré, ayer recibió un poderosos tsunami que lo acompañará toda la vida. La FIFA la inhabilita; en España el Consejo Nacional de Deportes le dará respuesta mañana;le han renunciado toda las selección femenina, su propio entrenador, el entrenador nacional varonil; las grandes trasnacionales sin cuyo apoyo la selección no podría realizar casi nada; las periodistas y los medios de comunicación en un linchamiento, provocado por él, por su actitud ante todos;equipos varoniles en España como en Cadiz saltaron a la calle con el nombre a quien el hizo creer responsable; en los Estados Unidos las jugadoras profesionales salieron en todos los estadios con brazaletes en la muñeca,en Pachuca, donde juega el apoyo fue total a la jugadora considerada como la gran estrella de ese equipo mexicano.
Mal terminaría el mano derecha de aquel Villar Mir, que termino en tribunales hace 5 años, mientras el padre perdía su gran negocio en el Aeropuerto de Texcoco y acabaría en el olvido; mal terminaría aquel que recibió 25 millones de dólares para llevarse ele mundial de clubes a Arabia Saudita; mal terminaría el hijo del padre orgulloso que estaba en la Asamblea, tras retirarse luego de que fue acusado por los ERES de Andalucía con pena de tres años.
Hay que darle las gracias. El poder social que ha levantado a quienes criticaba, va a permitir que España de un salto, inesperado en este momento, que va a sacudir hasta las investiduras, la condenada al fracaso de Feijóo, y la Pedro Sánchez.
Aquellos amigos republicanos, como yo, que he mantenido desde hace años, que no hay condiciones para la tercera República, se les suele olvidar el papel que ha jugado, en el silencio, para echar al Rey Emérito y ahora acabar con ese sujeto que a 2 metros de su hija tuvo ese desplante: La hija del taxista.