El Papa, Francico I, el primer jesuita en serlo, está demostrando que vino para, no solamente modernizar la Iglesia Católica, sino para tratar de ayudar a la resolución de los conflictos mundiales de su época. Cambio radicalmente la Curia, dando entrada a laicos y mujeres y rompiendo la estructura del poder de siempre; no sólo ha limpiado los malos manejos del gran poder económico de El Vaticano; no sólo ha elegido ya al 68 % de los cardenales que en el Cónclave van a sucederlo; no sólo hizo talco a poderosas corporaciones religiosas como los Legionarios sino, sobre todo, con el Opus Dei, sino que ha apuesto,con su palabra, a la Iglesia Católica al frente del cambio social y político.
Muestra de que a los 85 años todavía su puede, anteayer agarró el avión , avisó que no vendría a comer ni a cenar durante unos días, a sus amigos, no a los cocineros de El Vaticano, se subió a aquel, voló 8,000 kilómetros y aterrizó……en Mongolia.¿ Mongolia?, ¿ pero se apenas hasy unos miles de católicos, ante el 95 % de la población budista?: si, pero Mongolia, solemos olvidar que existe y que es el país entre Rusia y China.
¿ Fue a ver a algún monge budista?. No fue, a dejar un mensaje a China. La Iglesia, no es beligerante, estamos abiertos al mundo multipolar que aparece .
Matteo Rizzi, el hombre tan respetado en el siglo XIII en China, jesuita, que llevó a Euclides a Pekín, nunca se imaginó lo que pasaría con el primer Papa Jesuita, siglos después.
Bueno, menos se lo imaginó nadie en aquel Concilio de Trento en 1567, que siglos después un eslavo llamado León Trotsky iba a organizar el Ejercito Rojo para acabar con los Zares en Rusia