3 de octubre de 1981, se celebran los primeros Premios Príncipe de Asturias. Siempre en viernes, entre las 10 de la mañana hasta las 11 de la noche, en aquella época había tres eventos: Comida en el Reconquista, a las 19 hs. Entrega de los Premios y a las 9 de la noche, el tercer acto en el Reconquista para la sociedad civil(unos 1,000 invitados).
Invitado con mis hermanos y nuestras esposas, tras haber conversado brevemente con el rey dos años al término del acto en Covadonga donde su hijo era nombrado Príncipe de Asturias, en una comida entre Covadonga y Oviedo , compré el mejor libro sobre los Mayas que había en México, y en Oviedo lo arreglaron con papel de celofán transparente que permitía, ver la textura y la belleza de la portada, el día anterior.
Por actitudes personales que irían con mi vida hasta hoy, había decidido en México, ver al rey y con ese motivo llevaba el libro.
Cuando llegamos al Reconquista, nos sentaron en una mesa de 6 personas( en la nuestra la Duquesa de Alba, su marido jesuita, y un militar y su esposa), y cuando ya estabamos todos sentados, llegaron los reyes, el Príncipe(12 años creo) y mis padres. Oportunidad perdida, no podía acercarme al rey para entregarle una carta en una tarjeta personal de 1/4 de folio, que a la letra decía:
“Soy hijo de Rafael Fernández y Pura Tomás, y desearía hablar con usted para explicarle que pasa en México”. Desconocedor de monarquía y títulos, en el sobre sólo puso. JUAN CARLOS, presente.
Pues pasó la comida y no pude acercarme. Más tarde mientras el rey, con el Principe y mi padre presidían el acto, Pura estaba en un palco con la reina Sofia y en el lado opuesto, en otro palco, los hijos y nueras de Rafael.
De nuevo la frustración. Todos sentados cuando ellos llegaron.
Me quedaba tan sólo el último acto en el Reconquista. Necesitaba tan sólo unos segundos para entregarle el sobre.
Llegando al Reconquista, a 100 metros, a las 9, veo al rey irse. ” Se me va el rey”, y aceleré el paso y, en medio de su seguridad, grité: “JUan Carlos” , el volteó y alcance a darle la carta, ante la profunda molestia de su equipo de seguridad por la intempestiva actitud de aquel hombre, y me empujaron hasta una pared. “¿ Juan Carlos?” , que falta de respeto, ¿quien cree que es ?.
Ese 3 de octubre de 1981, el rey regresaba a Madrid, por un intento de movimientos de coroneles contra él.
Al entrar y comentarles a mi familia y amigos lo que había pasado, se rieron de mi. Recuerdo la respuesta: ” Rianse, pero de todos los que estamos aquí el que tiene aunque sea un 5 % de posibilidades soy yo”. Término: aquel viernes(hilvano fechas 23 F, intento de Tejero, y el 3 de octubre un intento de coroneles todo en 1981.)
Era el lunes siguiente y con mi madre tomaba en el bar socialista, el Niza, un vino caliente, cuando me avisan que me hablan por teléfono. Era Lisbeth mi esposa. ” Amor te acaba de llegar un telegrama”, y le pedí que lo abriese y me lo leyese:
“JUAN CARLOS I, ATENDIENDO A SU SOLICITUD DE AUDIENCIA LO RECIBE EL MIÉRCOLES 15 DE OCTUBRE A LAS 19.45 HS EN EL PALACIO DE LA ZARZUELA, CAMINO AL PARDO DESVIACIÓN SOMONTES. CONFIRMAR”
A la hora de la comida, decía a mis familia: “ya ven, tenía sólo el 5 %, pero lo logré”(tónica de toda mi vida).
En Madrid, en un hotel sencillo, en el Madrid de los Austrias, estaba el tal Fernández con su librito en papel celofán.Cuando salí a las 18.30 hs, caía un fuerte lluvia y me cruce a un bar, pedí un güisqui y una servilleta. Allí escribí lo que le iba a decir al rey.
Salí y no pasaban taxis. 18.45 y nada, 18.50 y 18.55 y nada. A las 19 hs pasa un taxi. Me subo y le digo: ” Lléveme a la Zarzuela que voy a ver al rey, me espera y me lleva luego al El País donde iba a ver a Cebrián.
El auto arrancó, y pasaban los minutos y no salía del viejo Madrid. Yo no sabía ni donde estaba El Pardo ni la Zarzuela, pero no en esa zona. A las 19.10, se para ante….El Palacio de la Zarzuela(el taxista así entendió a un “chalao” que decía que iba a ir a ver al rey). Me ” encabroné”. Señor le dije que iba a ver al rey, con lo que me costó esta cita…”Y el chofer, ante mi irritación, salió de la zona, se fué hacia la Universidad, pasamos el Palacio del Pardo y agarramos a Somontes.
Miraba angustioso mi reloj. ¿ Y si no llego ?.
A las 19.30 hs llegamos a la entrada, con una caseta y la varilla para parar el tránsito. Era 19.30.lo que me tranquilizó. Recordaba que para ver al presidente en México, eran 5 minutos entre la entrada y su despacho, pero no sabía que La Zarzuela estaba en medio de un bosque. Avanzabamos, sin luz a la vista y los minutos pasaban y la angustia crecía, hasta que vislumbre el chalet, nada ostentoso me pareció.
En la escalera me esperaban dos personas. Subí las escaleras, y mientras me abrían el libro por razones de seguridad, yo me quitaba aquella gabardina Burberrys inglesa que tanto me gustaba.
Amigos diplomáticos me dijeron que se recibía abajo, y que era una deferencia recibirme en su despacho
De pronto aparece un hombre de unos 60 años, un ujier como de las grandes mansiones inglesas.
Me dijo, acompáñeme, y desconocedor de los entresijos, me lleva por aquella escalera tapizada en tono gris, hasta llegar al primer piso, donde me dejó en una oficina vacía, y se fué.
En ese momento, y por un minuto, me entró la angustia: (mi padre me habia dicho: “el rey te da 15 minutos y cuando se levanta se acabó”). ¿ Que le voy a decir al Jefe del Estado en 15 minutos sobre México que el no sepa?.
Rompió mi pensamiento cuando un militar entró por la puerta opuesta y me dijo, acompáñeme.
Cruzamos una 10 metros y estaba la puerta entreabierta. Alta fina, en tono gris, y de pronto aparece el rey y me invita a pasar.
En la entrada había una mesita circular. De ahí, mientras él atendía el teléfono al fondo, pude observar el despacho del rey de España.De unos 8 x 5,su fina mesa, bajo un escudo de la corona en un tapiz de La Granja, a su derecha tres ventanales, cubiertos con tela color malva, y a su izquierda unos libreros muy largos, casi sin libros pero a la vista tres barcos en plata que entendía como las 3 carabelas
Cuando terminó, vino hacia la mesita, donde convesariamos. ” Yo soy un hombre que quiere mucho a tu padre”, por lo que entendí la invitación.
¿ Y ?.
Bueno, tras disculparme por la forma de abordarlo, empecé a comentarle que pasaba en México. Y hay empezó una conversación amena entre los dos, casi de la misa edad(el tiene 2 años mas).Pero no se levantaba y seguiamos conversando, entre ello de militares, y no se levantaba, hasta que más tarde un militar entró y le dijo: “Su majestad, es que el ministro”.Me levanté , le di el libro, el lo ojeo, y me dice:
“RAFAEL ESTA CONVERSACIÓN HA SIDO ENTRE DOS HIJOS DE EXILIADOS, YO EN ROMA Y TU EN MÉXICO”.
Nunca olvidaré la fineza.
Al salir decidí NO COMENTAR NUNCA LO HABLADO, EN PRIVADO ENTRE AMBOS. ASÍ HA SIDO 51 AÑOS DESPUÉS, Y ASÍ SERÁ.
Una cosa es el análisis político y el otro el agradecimiento de él con el nieto de Belarmino.
Al bajar eran las 21.15 hs. Había estado con él 75 minutos.
Al salir, me oxigené muy contento. Gracias a ese 5 %, acaba de estar con un Rey y el Jefe del Estado.
El taxista, casi me limpia los zapatos.¿ Que señor tan importante será para estar tanto tiempo con el rey.?
Orgullosamente de origen minero, ya no fui a la cita con Cebrían y me fui al apartamento de Agripino en Chamartín a tomarme varios güisquis.
Experiencias de la vida