Un reciente informe publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), acusa al Ministerio de Vivienda de suministrar al mercado datos erróneos. Algo así como volverlo loco. Sostiene que desde su particular observatorio de la vivienda se están todavía revalorizando los inmuebles a ritmos superiores al 9 por ciento, cuando, cualquier analista del mercado, informa claramente que eso no es así. Dicha apreciación -totalmente acertada, según mi criterio- se basa en que el Ministerio está tomando como medida el valor de tasación hipotecaria de los pisos. El mismo, señala, se muestra hinchado pues atiende a las necesidades de crédito del cliente y no exclusivamente al de compra del inmueble (financia además un coche, vacaciones, reformas…). Dichas informaciones, dice literalmente, “hicieron que aparecieran hordas inversoras perjudicando el acceso a la vivienda”. Por tanto, el estudio apunta su dedo acusador hacia el propio Ministerio como una de las causas de la subida en la vivienda. Y es que, el segundo punto relevante del informe, señala que hay que mirar más al sector inmobiliario como si fuese un mercado financiero. En definitiva, como la bolsa: con subidas y bajadas. Siempre se tuvo la percepción, quizá equivocada, de que el mercado inmobiliario era como un tren que caminaba hacia delante. Su ritmo podía ser más rápido (como en los últimos años) o más lento (como ahora), pero, nunca, por experiencias anteriores, se tuvo la sensación de que podría ir hacia atrás. Ahora, el informe Funcas dice que esa posibilidad es real y, por tanto, el riesgo de que un inmueble valga menos que hace unos años también. Nos encontraríamos, pues, con inversores atrapados en márgenes negativos, bancos cuyas garantías ahora valen menos y, lógicamente, familias cuyos ahorros invertidos en su vivienda habitual no se revalorizan. En definitiva, todo un panorama.