La capacidad para hacer el chorras por parte del ser humano es infinita. La misma puede manifestarse de la manera más insospechada. Antiguamente, el chorra, se mostraba disfrazándose de no sé qué, cantando en plena calle, o, simplemente, dando la nota en cualquier parte. Ahora, en cambio, utilizan un portal de videos en internet para demostrar al mundo cuánto descerebrado existe. Así, en su versión más suave, los podemos ver pintando paredes, de borrachera por la calle, o gastando alguna bromilla al colega. Sin embargo, en su faceta dura, nos muestran como se graban ex profeso palizas, tratos vejatorios, o, incluso, agresiones a indigentes. La nueva generación You Tube hace todo eso y más por colgar su video en la red. Lo importante para el chorras moderno (a veces, casi delincuente) es que todo ello quede inmortalizado a través de la herramienta informática, porque, claro, es lo que mola de verdad. Ayer, sin ir más lejos, tuvimos un macabro ejemplo de todo esto. Un muchacho desequilibrado irrumpió en un instituto finlandés y mató a ocho de sus compañeros. Antes, por supuesto, colgó su video llamado “Masacre en el instituto Jokela” para que el mundo supiese de sus aviesas intenciones. La pregunta que me hago es, ¿cuántos de estos chorras dejarían de hacer sus fechorías si no tuviesen publicidad por internet?