Como ya conocen de sobra el incidente, hablemos de sus protagonistas. El Rey. Bien, dijo lo que tenía que decir ante las impertinencias que estaba escuchando. Algunos lo han tachado de fuera de tono, pero, no lo olviden, son los mismos que le acusan de una indolencia total ante cuestiones de Estado. O sea que, para algunos, la acción o no del monarca siempre es criticable: si está callado porque no hace nada y si no, porque lo hace en un tono demasiado impetuoso. En fin, ellos sabrán, pero, para mí, fue todo un gesto de autoridad que marcará un antes y un después. El presidente Zapatero. Muy bien, estuvo templado intentando explicar al Presidente venezolano que, aunque se tengan diferencias, éstas se tienen que resolver en otros foros. No lo logró porque, quien habla con una pared, sólo escucha el eco de sus palabras. Pero, bien, estuvo a la altura de la situación. El Partido Popular. Mal, no se puede intentar sacar rédito político de una situación así. Deberían de haber tomado ejemplo del ex presidente Aznar, quien, con sólo una llamada de teléfono, quedó mucho mejor que todo su partido en conjunto al culpar públicamente del incidente a ZP. El Presidente Chávez. Pésimo, fue a liarla y lo consiguió. Podría haber soltado el rollito ese del socialismo del Siglo XXI y marcharse, pero no era bastante. Tenía que hacerse notar porque, entre otras cosas, está a las puertas de un referéndum para perpetuarse en el poder y lo necesitaba. Ahora -como ya podrán observar en todas las televisiones- está pavoneándose por ahí de que se enfrentó a todo un rey para así conseguir más votos. Pobre Venezuela, tiene un cáncer dentro de su sistema llamado Hugo Chávez que, como no lo extirpen, les llevará a la peor de las tiranías.