“La soledad del juzgador”, el libro de la mujer del juez Gómez Bermúdez, fue presentado ayer con notables ausencias. A su puesta de largo no acudieron ni los magistrados compañeros de su marido en el tribunal del 11-M, ni destacados representantes del aparato judicial, ni una parte de las víctimas. Recuerden que, el susodicho libro, generó toda una polémica, puesto que, entre otras cosas, contaba detalles sobre las interioridades del juicio, no ponía muy bien a ciertos compañeros de su marido y, además, revelaba conversaciones de las víctimas. O sea, todo un estupendo cóctel para llegar a la fama de forma rápida y contundente. Confieso que ni lo he leído ni tengo la más mínima intención de hacerlo. Es, a mí juicio, todo un ejercicio de oportunismo que la autora podría haberse ahorrado. Primero, por el bien de su propio marido a quien afeó su labor dentro del juicio del 11-M y segundo, por la justicia en sí -recordemos que Elisa Beni es jefa de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Madrid- cuyas bambalinas no tienen porqué verse en semejantes trances. Ayer, la autora, se dedicó a pedir perdón a quienes haya podido ofender con su publicación. Demasiado tarde. El daño ya está hecho y la campaña de marketing amortizada. Ahora, sólo queda cobrar los derechos de autor.