Ayer, en el XXIX Aniversario de la Constitución el Presidente del Congreso, Manuel Marín, sorprendió a todos con un discurso poco habitual. Con tono quejicoso -a mí modo de ver demasiado- señaló que «no se puede repetir otra legislatura tan dura y tan ruda como la que hemos tenido». Cuando uno le veía así, de esa guisa meliflua y tontorrona delante de un puñado de cámaras, daba la impresión de que estaba hablando del estallido de la Tercera Guerra Mundial, o un ataque nuclear, o, quizá, una invasión marciana repentina y que pusiese en peligro a la humanidad. Pero no. Lo que el Presidente del Congreso denunciaba es que los señores diputados se ponían acalorados en los debates y, como dijo en una ocasión, se buscaban unos a otros para montarse auténticas emboscadas en los pasillos. Bien, coincidiendo con él en que no fue una legislatura fácil, también se hace necesario señalar que hubo otras de semejante corte. En la última de Felipe González, a parte de sonados escándalos de corrupción, se hizo famosa la frase de «váyase señor González» por parte de un José María Aznar que practicaba con inusitada violencia desde la tribuna de oradores. La última de éste, o sea, con toda la guerra de Irak en marcha, los follones parlamentarios era continuos, tanto, que, la Presidenta por aquel entonces, se volvía loca para poner orden puesto que los señores diputados ni se respetaban el turno de palabra. En resumen, efectivamente, el 11-M trajo la crispación a nuestra política. Hubo un antes y un después de aquel triste episodio, sin lugar a dudas. Pero, por favor, señor Marín, que la suya tampoco fue el acabose. Jolín…