Primera. Allá cada uno con sus obsesiones. Si las mismas no le dejan vivir o las quiere imprimir en cada una de sus acciones, es cosa suya. Ahora bien, cuando estamos hablando de un personaje público -más en concreto, un político relevante- hay que saber medirlas y, por tanto, no proyectarlas con descaro. Fíjense lo […]