Parece que la última catarata de acusaciones entre nuestros dos grandes partidos viene por echarse a la cara el tema de la crispación. Lo cual, por cierto, tiene cierta dosis de ironía porque, si, por ejemplo, dos personas discuten por quién insulta o otro, al final, seguro, acabarán vituperándose aún más. Pero, bien, el debate surgió por unas palabras del Presidente Zapatero a micrófono cerrado después de una entrevista televisada. Dijo «Nos conviene que haya tensión» al ser interpelado sobre lo que predicen las encuestas para el próximo 9 de marzo. Y, como no podía ser de otra manera, a mí juicio, esta frase fue interpretada de manera incorrecta al sacarla de su verdadero contexto. Porque, lo que pretende cualquier candidato, lógicamente, es que sus votantes salgan ese día de casa y vayan a las urnas, es decir, que tengan «tensión electoral» (palabra que le quedó por decir) para que no se produzca una alta abstención. Sin embargo, lo que algunos quisieron ver fue una especie de invitación hacia la crispación que, a mi modo de ver, no viene en absoluto a cuento. Pero, en fin, creo que asistiremos a unos comicios duros porque es lo que se ha instaurado en nuestra política. Quizá hubo un hecho que la cambió por completo hasta llevarla a una espiral de tensión (en la vida pública, matizo) continua: el 11M. Los atentados de Madrid y todas las consecuencias que de ellos se derivaron (cambios de gobierno, acusaciones de manipulación, respuesta ciudadana en forma de movilizaciones…); fueron el inicio de una forma de hacer política más lacerante para el contrario y, sobre todo, de un ansia de revancha por parte de unos y otros. En fin, veremos qué pasa.