Ayer, en la festividad de Santa Rita, Gabino de Lorenzo anunció su jubilación. Y lo hizo, cómo no, a su manera, de forma casi sui generis. Tiene la misma, por lo visto, dos facetas. Primera, pasar directamente a ser un pensionista más de la Seguridad Social en cuanto a sus ingresos pecuniarios y segunda, apartarse de cualquier tipo de actividad política que no sea el trabajo específico para el Consistorio. Bien, desmenucemos la información.
En a cuanto a lo primero (el pasar a ser un pensionista) digamos que resulta un poco insólito. No conozco, la verdad, ningún caso donde un alcalde de una ciudad del nivel de Oviedo o similar esté jubilado. Esto es, que renuncie a cobrar su sueldo (sólo las dietas por valor de 20.000 euros al año aproximadamente) y pase a tener dicho estatus. Piensen si no en el caso de Gijón donde, claro está, Paz Felgueroso, tiene incluso más edad y ahí sigue indemne laboralmente. La pregunta, por tanto, es obvia, ¿qué nos quiere decir el alcalde de Oviedo con tal postura? ¿Qué estamos asistiendo acaso a una suerte de retirada paulatina en su carrera política? Y por otra parte, ¿es bueno para una ciudad que la actividad de su máximo representante sea como una especie de complemento a su jubilación? ¿No correspondería esto más bien al nivel de gestión de un pueblo o villa que de una gran ciudad?
En cuanto a lo segundo, es decir, a desmarcarse de otro tipo de política que no sea municipal, le viene impuesto. O sea, no es que se jubile, lo jubilaron en las elecciones generales con unos malos resultados. No se puede pasar de querer ser diputado y alcalde a la vez en marzo, a ser un pensionista en mayo. No se puede querer tomar las riendas del partido y ser un líder de cara al próximo Congreso, a hacer reflexiones vitales del tipo «He ido a más misas y funerales en un año que en toda mi vida» como forma de justificar este paso. En fin, juzguen ustedes.