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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El Rey Mago.

28228416-kcae-624x442el-comercioConvendrán conmigo en lo siguiente. Si el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, hace todo lo que promete para Gijón, habrá que levantarle una estatua. Por lo menos, al lado de la de Pelayo y con un tamaño similar. Su última aportación es aceptar la ampliación del soterramiento ferroviario hasta La Calzada. Es decir, sumarle 36 millones de euros al plan de vías que se está redactando. Todo ello, sin demasiada discusión por el medio. Sin negarse a nada de lo que hasta el momento se ha planteado. No sé, después de tantos años de vagar por el desierto, De la Serna, tal parece para nosotros el bíblico Moisés. El que llevará al pueblo de Gijón hacia una rica y abundante tierra prometida. Un paraíso donde esta ciudad tendrá, por fin, unas infraestructuras de transporte del siglo XXI. Fíjense si no. La llegada del ministro revolucionó un proyecto abonado al fracaso. Fomento no dudó en aceptar pagar la estación intermodal de su bolsillo, ni en moverla hacia un lugar más razonable. Tampoco en que el túnel del metrotrén se ampliase hasta el hospital de Cabueñes, o vaciarlo dentro de poco del agua que actualmente lo inunda. De la nada más absoluta con su antecesora, Ana Pastor, se pasó a asumir sin pestañear una inversión de, ojo, 621,50 millones de euros. Dividida de la siguiente forma: 271,84 millones dentro del convenio que se va a firmar, 313,66 para reactivar el metrotrén y 36 ahora con el soterramiento desde La Calzada. ¡Guau! Si a eso le sumamos lo que las otras administraciones intervinientes -Ayuntamiento y Principado- tienen que aportar (65,84 millones de euros cada una), la cifra final da vértigo: el proyecto del plan de vías se irá a los 753,18 millones. Coste superior incluso a la ampliación de El Musel y sin subvenciones europeas de por medio. La mayor obra civil con diferencia que se va a ejecutar en nuestro paraíso natural. Como digo, lo que sorprende es que el ministro ha desbloqueado más de quince años perdidos en tiempo récord. Es como si nuestra alcaldesa, Carmen Moriyón, hubiese mandado una carta a los Reyes Magos con respuesta inmediata. Después de tanto tiempo de espera, debates estériles, frustración ciudadana a raudales y olvido desde Madrid; todo va tan bien que hasta uno se mosquea y le entran dudas: ¿será verdad o sólo un sueño más que quedará en nada? ¿Veremos esa lluvia de millones sobre nuestras cabezas? ¿Tendremos, de una puñetera vez, la estación de autobuses y trenes que merecemos? Si es así -tal y como es nuestro anhelo- habrá que cambiar la cabalgata de Reyes para siempre. Tendrá que ser: Iñigo, Gaspar y Baltasar. El Rey Mago llegado de Santander.

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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