¡Hola! ¡Estamos aquí! Sí, lo digo como un grito casi a la desesperada. Algo así como un naufrago en mitad del mar pidiendo socorro. Me refiero a la llamada al nuevo ministro de Fomento, José Luis Ábalos, para que nos cuente qué piensa hacer con el plan de vías de Gijón. De momento, no sabemos nada. Ni fu ni fa. Tal parece que lo está ignorando por completo. Ya sé que a cualquier cargo se le dan los famosos cien días de gracia. Ahora bien, con nuestro levantamiento ferroviario, no es que cada ministro de Fomento -y van unos cuantos- ha disfrutado de ese tiempo con creces, sino que ya tenemos una hoja de ruta trazada. Las tres administraciones actuantes -Ayuntamiento, Principado y Gobierno central- se habían puesto de acuerdo en un convenio antes de la moción de censura. En otras palabras: por fin, está claro la obra a ejecutar, cuándo y cómo. Una inversión de 814 millones de euros para una ciudad que lleva 16 años esperando. El nuevo titular sólo tiene que llevarlo ante el Consejo de Ministros para su ratificación y puesta en marcha.
Sin embargo, las señales que manda Ábalos son cuando menos inquietantes. Respecto al AVE asturiano aseguró que auditará los plazos porque «se ha vendido lo que no se iba a hacer». Terminando con un curioso «Voy a informarme bien». Desde luego, si la actitud del ministerio ahora es volver a revisarlo todo, en fin, aviados vamos. El alargamiento en el tiempo va a ser inevitable. No les cuento ya lo que puede pasar con nuestro eterno plan de vías. Sólo faltaba que este ministro se pusiese a marear la perdiz. A divagar sobre si esto o aquello cuando está más que claro: existe un plan, unos plazos y hay que dotarle de la financiación correspondiente.
Muchas veces me dicen que esta columna transmite cierto pesimismo. Que me perdone el amable lector pero no me queda otra. Si ustedes me preguntan cómo lo veo, les diré que negro. El cambio de Gobierno creo que le va a sentar como un tiro al levantamiento ferroviario de esta ciudad. Inevitablemente el equipo de Fomento va a querer dar su toque. Esto es, llevar a cabo sus propias ideas en un proyecto que está más que trillado. Entiendo, porque es condición de cualquier político, que José Luis Ábalos no va a aceptar sin más lo que hizo su antecesor. Querrá que lleve su firma. Entonces, veremos cómo vuelven los dimes y diretes. Que si la estación intermodal tiene que estar aquí o allí. Que si es una obra faraónica irrealizable y que hay que ajustarla. Que si hay que rehacerlo todo de nuevo. En resumen, lo que hemos vivido con anterioridad. Por favor, José Luis, no le dé vueltas. El plan de vías es un proyecto maduro y sólo cabe su ejecución. Infórmese bien.
@balbuenajm