Por mucho que intenten convencernos de lo contrario, esta legislatura está acabada. Muerta y esperando su entierro en el mes de mayo del año que viene. Lo que no se hizo ya, difícilmente se podrá llevar a cabo en estos siete meses que restan para elecciones. Quizá, digamos, lo único que queda por ver es si hay presupuestos, máxima apuesta política de Javier Fernández para lo que le queda en el cargo. De lo demás, como digo, no esperen absolutamente nada.

Sí, porque una vez más se pudo ver que Asturias es como una bicicleta estática: no paramos de pedalear para quedarnos en el mismo sitio. El presente debate sobre el estado de la región ha sido igual que el anterior, y que el anterior al anterior, y… Hablamos siempre de los mismos temas sin que se avance lo más mínimo. Podríamos decir que la industria, infraestructuras y demografía está eternamente presente en las discusiones de la Junta, sin que nadie aporte solución alguna o, al menos, llegue a acuerdos. Esta vez, con el agravante del cierre de la multinacional Alcoa. Hecho que ha minado la moral colectiva de los asturianos, hasta hacer de nuevo brotar nuestro legendario pesimismo. La sensación de declive, de decadencia, de que no somos dueños de nuestro futuro, estuvo más que presente en el hemiciclo. Máxime, si tenemos en cuenta que la actitud del Gobierno central tampoco ayuda. La llamada «descarbonización exprés» puesta en marcha por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, incluso ha sido criticada por el propio Fernández sin tapujos.

El presidente asturiano se va con cierto sabor amargo. Con cuatro años en los cuales ha podido hacer poco (o nada). La anhelada pluralidad de la Cámara (seis partidos) lejos de ser una ventaja, ha representado un inconveniente en toda regla. Ni siquiera se ha sabido aprovechar la recuperación económica que otros territorios han experimentado con mayor vigor. Vivimos en un pasar los días, las semanas o meses sin mayores complicaciones. Pagar los gastos del sistema es el compromiso y punto. Nada de proyectos, ideas o si quiera unas cuentas sobre las que apoyarse. Porque, si se fijan, sólo se han aprobado unos presupuestos en la presente legislatura, dando por hecho que las negociaciones para los actuales también fracasarán. Motivos para pensar lo contrario no hay, pese a lo que se diga.

Asturias está parada. Quieta e inmóvil esperando la cita electoral casi con deseo. La política no ha estado a la altura de las circunstancias. Podía haberse hecho mucho más y hemos perdido el tiempo en discusiones estériles. Fuegos de artificio que sólo han servido para entretenimiento, puesto que, en lo relevante, seguimos igual. Piensen si no en la industria, infraestructuras y demografía de la que antes les hablaba. Yo creo que incluso peor.

@balbuenajm