Desde hace tiempo hay una forma de presentar las cuentas públicas, diríamos que particular. Yo la llamo «la era de los presupuestos tuneados». Consiste, básicamente, en que se parten de unos gastos fijos y, a partir de ahí, se intentan pagar, como buenamente se puede, con ingresos ficticios. Esto es, a base de retorcer el bolsillo del contribuyente, o incluso mediante la creación de figuras tributarias cuyos efectos se desconocen. El mecanismo para sostener el sistema consiste en gastarse lo que no hay, en base a recaudar un dinero que no existe. Como ven, casi la cuadratura del círculo.
Pues bien, los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que presentó el gobierno de Pedro Sánchez tienen algo de eso. Contemplan un gasto expansivo que se intenta cubrir con un aumento de la recaudación extraordinario. En concreto, sobre 20.000 millones de euros más. Tendría que darse para ello la mayor cantidad obtenida por la Hacienda pública española en su historia. Todo ello, ojo, en un contexto de desaceleración económica clara como está demostrado. Sin embargo, el Ejecutivo piensa que lo va a conseguir mediante nuevas fuentes de financiación. Por ejemplo, pretende poner en marcha la llamada «tasa Google» a las grandes empresas tecnológicas, así como la «tasa Tobin» que grava las transacciones financieras. Algo que está por ver cuál es su efecto real cuando se lleven a la práctica. ¿O acaso piensan que estas multinacionales no van a maniobrar cambiando su fiscalidad hacia países donde sea más baja? ¿Es creíble que a base de estrujar a Facebook, Twitter o Amazon se lleguen a ingresar 1.200 millones de euros más anuales? Lo único real es que el diésel, la gasolina más consumida por todos nosotros, sube 3,8 céntimos por litro. Eso sí, ciertamente, logrará el objetivo previsto porque no queda otra y acude a un segmento de población muy fiable a la hora de contribuir: la clase media.
En cambio, por el lado de los gastos no se ajusta ni un euro. Más bien, lo contrario. Sánchez presume que sus presupuestos son sociales y así es: el 57,3% del total van dedicados a cubrir estas partidas. Con crecimientos claros como en la dotación a la ley de dependencia -casi un 60% más que el año pasado- que no tienen marcha atrás. Es decir, una vez aprobados hay que mantenerlos en el tiempo. Lo mismo que el incremento de sueldo a los funcionarios o un salario mínimo de 900 euros. Pregunto, ¿alguien piensa que año tras año se va a producir una recaudación estratosférica? ¿Qué genera esto si no? Pues sí, deuda y más deuda. Aumento del déficit y consiguiente acumulación de deuda que alguna generación tendrá que pagar. Ahora mismo, el Estado debe más de un billón (con be de burrada) de euros. El problema es que estos PGE no lo van a bajar, sino que contribuirán a que aumente aún más.
@balbuenajm