Nos dejó Vicente Álvarez Areces. Político clave para entender la historia del Gijón actual. Casi diríamos que, con su capacidad de trabajo y coraje, es el máximo responsable de su construcción. Así, los proyectos vinculados a su dilatada etapa son innumerables. Desde la recuperación de playas perdidas (Poniente o el Arbeyal), hasta barrios enteros creados de nuevo (El Llano, Moreda, Cimadevilla o Montevil). Recuerdo perfectamente una de sus principales actuaciones y de la que estuvimos muy pendientes: la remodelación de la avenida de la Costa. «Señora», decía, mientras estrechaba manos haciendo zigzag a un lado y otro de la calle el día de su inauguración, «¿le gusta?». Todo ello entrando y saliendo en los comercios de la zona como un auténtico torbellino. Cercanía y proximidad de un alcalde que hablaba con cualquiera, mostrándose siempre accesible al ciudadano.
Eran, bien es cierto, otros tiempos. La época de Tini al frente de la alcaldía fue la de hacer cosas. Nos pasábamos la vida discutiendo sobre sus ideas para la ciudad. Recuerden cuando corrían ríos de tinta y horas de conversación acerca del «Elogio del Horizonte», hoy convertido en indudable símbolo de nuestro trozo de paraíso natural. Por no hablar de las reformas del paseo de Begoña, El Muro y tantas otras que tuvieron lugar bajo sus tres legislaturas de mandato. Sin duda, algo que hoy en día se echa de menos. La política en estos momentos es mucho más convulsa, casi canalla en comparación. El «hacer Gijón» se ha dejado en un evidente segundo plano, para volcarse prácticamente en repartir recursos y poco más.
En este sentido, Álvarez Areces era un político diferente. Una especie de máquina tractora que arrastraba lo que se ponía por delante. Lo mismo impulsaba, teléfono en mano, la conversión del Sporting en sociedad anónima deportiva, que iniciaba desde su barrio natal de La Arena un todavía inacabado saneamiento. Lo mismo ponía en valor y recuperaba una olvidada Universidad Laboral, que sentaba los cimientos del mayor yacimiento de empleo que tenemos: el Parque Científico y Tecnológico. ¿Con errores? Naturalmente, porque sólo se equivoca quien tiene iniciativa e intenta llevarla a la práctica.
Areces ha dejado una huella profunda en nuestras vidas. Buena prueba ha sido la gran cantidad de gijoneses que ayer se aceraron a su capilla ardiente en el Ayuntamiento. Agradeciéndole que incluso cuando se marchó al Principado para ser presidente de Asturias, nunca dejó de pensar en cómo hacer un Gijón mejor. En fin, entiendo que su inesperado fallecimiento nos ha dejado a todos un poco tocados. Con el tiempo, habrá que pensar en que una calle (o plaza) tendrá que llevar su nombre. Es lo menos que podemos hacer para agradecer tantos años de servicio y dedicación desde el Consistorio. Hasta siempre, Tini.
@balbuenajm