A partir de este lunes los más de 3.000 funcionarios municipales y personal laboral volverán a tener una jornada de 35 horas semanales. Algo que ya disfrutaban en 2012 y que perdieron debido a la crisis. Desde luego, es una prebenda clara de la función pública. Díganme qué empresa privada se puede permitir eso o incluso planteárselo en un futuro. Yo diría que ninguna. De hecho, no me extraña que uno de los principales sueños de los demandantes de empleo en Gijón sea trabajar en el Ayuntamiento. Generosos convenios, pleno reconocimiento de derechos y puesto garantizado de por vida. Buena prueba es la pléyade de gente que se presenta a cualquier tipo de puesto ofertado. Podríamos decir que es como alcanzar «El Dorado» en materia laboral.

Aunque lo más sorprendente, sin duda, es que se quiera cuadrar el círculo para justificar esta medida. Es decir, que poner en marcha esta reducción de jornada no va a representar ningún incremento del coste salarial. Es lo que sostiene la concejala de Hacienda, María Pineda, para defender el acuerdo que ha alcanzado con los sindicatos. Vamos, que se trabaja menos y eso no va a repercutir: ni en que haya que contratar a más personal para hacer lo mismo, ni que el nivel de servicio al ciudadano se resienta en lo más mínimo. Esto último si no se puede incrementar plantilla por temas legales. A todas luces, como digo, un imposible. Hay departamentos -como el de Urbanismo en lo que se refiere a la concesión de licencias de obras- completamente atascados. Prueben a pedir una para lo más simple que se les ocurra y verán cuánto tarda. Ahora, si la cuestión es que se va a las 35 horas semanales de trabajo, el tiempo de espera crecerá aún más. Tendrán que esperar hasta el infinito y más allá.

@balbuenajm