Permítanme la ironía: en Madrid deben estar encantados con Gijón. Una ciudad que lleva esperando veinte años por una estación intermodal y no protesta. O lo hace, digámoslo así, de forma bastante limitada. Si quiera unas pocas manifestaciones -no muy concurridas, por cierto- y con nulo castigo en las urnas. Vamos, que pasar olímpicamente de Gijón o burlarse de ella no tiene coste político alguno. Lo que ha sucedido esta semana con el plan de vías, es decir, que te den gato por liebre, en otros lugares hubiese desatado una ola de indignación. ¿Se imaginan al Ministerio de Transportes haciendo algo igual en Bilbao? Ni de broma. Allí tienen un lujoso metro con diseño de Norman Foster, mientras aquí seguimos sin saber donde ubicar la estación tras dos décadas. Porque, bien es cierto, el principal problema está en nosotros. Es decir, nuestra falta de ambición y ganas se percibe incluso a 500 kilómetros de distancia. La alcaldesa, Ana González, ya propuso de antemano bajar costes del proyecto sin que nadie se lo pidiese. Su opción: triturar el convenio de 2019 y situar la intermodal en Moreda. Paraíso donde todo se hace rápido y barato. A esto, le han respondido con algo incluso más pobre de lo que ella pensaba. Dicen en los madriles que con remodelar la estación provisional de Sanz Crespo y adosarle una de cercanías, es más que de sobra. Esto provocaría la ira de cualquier regidor. Ojo, pero no aquí. Porque ya dice González que «bien mirado, no hay por qué destruir la ya construido». Total…
¿Significa esto que si aceptamos este pegote, van a empezar por fin las obras del levantamiento ferroviario? En absoluto. Hemos vuelto al escenario del 2012. Recuerden cuando la ministra de Fomento por aquel tiempo, Ana Pastor, propuso exactamente lo mismo en plena crisis financiera. ¿Se hizo algo? Tampoco. Entonces, que cambiemos un chalé (convenio de 2019) por una chabola (‘plan González’ de 2021), no garantiza absolutamente nada. Más bien, que vamos a sumergirnos otra vez en un océano de proyectos, bocetos y maquetas. Desde luego, es un disparate no hacer una estación nueva y moderna, para remodelar otra que ha resultado ser un fiasco de cara al viajero. Encima, sin haber trabajado de verdad el tema de la financiación, como pudieron leer ayer en estas mismas páginas con la respuesta dada por el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Desde que se trasladó la estación en El Humedal a Sanz Crespo, hace diez años, sus usuarios han caído un 33%. Lo barato, sin duda, sale caro.
@balbuenajm