Tiene gracia (maldita) el discurso que ahora difunden nuestros gobernantes sobre el plan de vías. Más o menos, viene a decir lo siguiente: tenemos que aceptar lo que nos den en Madrid porque, con esto de la pandemia, es lo que hay. Es decir, o tragamos con que remodelen la estación de Sanz Crespo para así crear un pegote, o no tendremos nada. Vamos, como las lentejas: o las tomas, o las dejas. Todo ello, ojo, mientras en otras ciudades de España han sabido resolver sus levantamientos ferroviarios. Tomen nota si no de lo que han hecho en Logroño que, con un proyecto similar al que se quería para Gijón, acaban de inaugurar su estación intermodal. Sin embargo, aquí, no solo ni hemos empezado, sino que lo quieren abaratar tanto, que se terminará pareciendo como un huevo a una castaña a lo que pretendíamos y merecemos. En definitiva, una estación moderna, funcional y un Gijón libre de vías. Me imagino lo que hubiese dicho nuestra alcaldesa, Ana González, si esto le pilla en la oposición. O sea, si esta misma propuesta «low cost» la hubiese formulado un partido diferente al suyo en Madrid o Asturias. Estoy seguro de que sería tan comprensiva y sumisa como en la actualidad. No tengo ni la más mínima duda.
La segunda variante de este nuevo discurso sobre el plan, tiene que ver con la ubicación de la intermodal. Oigan, ahora nuestros gobernantes le quitan importancia. Tal parece que con remodelar un apeadero alejado del centro es suficiente. Digo más, da igual que se sitúe en el Museo del Ferrocarril, Moreda, o Pinzales. Lo importante, según la versión oficial, son las estaciones del metrotrén, puesto que es donde vamos a tener garantizada esa centralidad. Pues bien, cuando alguien venga a nuestro paraíso natural desde más allá del Pajares, se va a poder bajar en la calle de Uría de Oviedo y en el extrarradio de Gijón. He ahí la diferencia. No olviden que, tanto el largo recorrido como el ancho métrico (antigua Feve), no van a penetrar en la ciudad. Por tanto, hay que bajarse con las maletas, llevarlas a otra terminal y esperar a que llegue un tren de cercanías de Renfe para finalizar el viaje. Además, lógicamente, de que la primera impresión que se pueden llevar con ese pegote remodelado que nos quieren endilgar es épica: casi como la de ahora cuando se bajan en Sanz Crespo. No sé ustedes, pero yo esto de tener que «aceptar pulpo como animal de compañía», lo llevo bastante mal.
Nota: las fotos son del levantamiento ferroviario que se hizo en Logroño y la estación intermodal. Igualito que en Gijón.
@balbuenajm