Se supone que este tenía que ser el año de la vuelta a la normalidad en nuestras vidas. Sin embargo, no ha sido así del todo. Es verdad que estamos mejor que en 2020, ahora bien, esa ansiada recuperación económica y social no ha llegado como pensábamos. En Gijón tuvimos cierres perimetrales, sucesivas olas de Covid-19 y, cuando creíamos que la pandemia era agua pasada, ahí está otra vez una nueva variante. Desde luego, no podemos decir que hemos derrotado al virus. Yo diría que ni mucho menos. Por lo demás, y como efecto colateral, seguimos con el «cascayu» cuya forma es casi definitiva. La proyectada reforma de El Muro acabó en chasco al no ponerse de acuerdo una comisión creada ad-hoc. También supimos que no hay fórmulas mágicas para el plan de vías. Pese a romper el convenio vigente, seguimos igual. Moviendo papeles y papeles, pero ni una sola piedra. El levantamiento ferroviario gijonés tiene muy poco peso en Madrid. Asimismo, nuestra alcaldesa, Ana González, decretó en el mes agosto el fin de la Feria Taurina de Begoña. Desencadenante: dos toros llamados «Nigeriano» y «Feminista». Si hubiesen sido Cristiano y Messi, igual hablaríamos de otra cosa. El concejal de Movilidad, Aurelio Martín, sigue batiendo récords formando atascos en Gijón. Su «movilidad táctica» causa estragos incluso en zonas donde nunca hubo problemas. Por último, fue un auténtico mazazo el nuevo retraso en las obras de ampliación del Hospital de Cabueñes. Una desastrosa licitación del Principado tuvo la culpa, causando una importante fricción entre nuestro Ayuntamiento y el Gobierno asturiano. Una más, porque hay que sumar el desacuerdo con el presupuesto autonómico o el affaire de la ITV en Granda. En definitiva, ¿recuperamos o no?
@balbuenajm