El pasado uno de noviembre tuvo lugar la festividad de Todos los Santos. Con eso, claro, no digo nada nuevo. Sin embargo, no es tan conocido que es el Día Mundial de la Acromegalia. A la postre, una enfermedad poco frecuente que tiene como consecuencia un crecimiento desmedido. Es decir, los huesos aumentan de tamaño y esto lleva a una mayor estatura. Ojo, no solo esto, sino que en la edad adulta crecen otros órganos como las manos, pies o cara. En definitiva, quienes padecen este raro cambio hormonal sufren importantes cambios físicos. Dicho de otra manera: son cada vez más grandes. Pues bien, este trastorno podría decirse que también lo sufren las administraciones. Tanto a nivel estatal, autonómico o local. Desde la pandemia -y aduciendo este motivo- no han parado de crecer sin que se intuya una vuelta a la normalidad. De hecho, mientras en el sector privado se mantiene o merma en tamaño, solo el público continúa al alza. Incluso cuando se les cuestiona la dimensión desmedida que está adquiriendo, siempre se pone como excusa que siguen faltando medios. O sea, la solución a este gigantismo administrativo pasa, para algunos, por ser todavía mayores. Vean si no lo que sucede en nuestro paraíso natural.
Pese a que el Principado tiene un ejército de funcionarios (sobre 40.000 trabajadores), no es capaz de ejecutar el presupuesto en vigor. De poco sirve su aprobación si al final del ejercicio queda parte sin gastar. Es la conclusión que podemos sacar después de ver los datos de ejecución en inversión. En estas mismas páginas se podía leer que tras nueve meses se han pagado facturas por importe de 45,4millones de euros sobre un total de 276,8 reservados. En otras palabras: cuando se trata de materializar proyectos la maquinaria administrativa se atasca. Funciona para el día a día -pagar nóminas, recibos de consumos, mantenimientos y cosas así- pero no cuando tiene que invertir. Hecho que corrobora otro dato: tras cinco años el Plan de Carreteras 2015-2020 solo ha logrado llevar a cabo más o menos la mitad de lo previsto. Es decir, a trazo grueso, todavía queda el 50% de los baches por arreglar. Si hace poco nos echábamos las manos a la cabeza porque a 30 de junio el Estado no había invertido todavía el 78% de lo comprometido, resulta que el problema lo tenemos a su vez en casa. Entonces, pregunto, ¿cuál es la solución? ¿Hacer una administración mayor o más eficiente?
@balbuenajm