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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Vino con gaseosa.

Nuestro Ayuntamiento ha hecho los deberes en cuanto a la consecución de fondos europeos. Lleva un total de 17 proyectos conseguidos sobre 19 presentados. En total, un 90% de efectividad en cuanto a la consecución de objetivos. Sin duda, resulta un logro innegable que la ciudad se mueva para obtener recursos externos. Ahora bien, lo que debemos preguntarnos es si este maná está bien enfocado. Es decir, si va a ser un motor económico de futuro o, en cambio, está dedicado a cubrir carencias de inversiones que deberían hacerse con fondos propios. Debate que no solo se produce a nivel local, sino que también sirve para las administraciones autonómicas o estatal. En Gijón, este dinero está siendo empleado para la movilidad, renaturalizaciones como las del Piles y obras en colegios. O sea, mucho gasto corriente que se ha trasladado a Europa. Con lo cual, nos sabemos muy bien si el resultado final de tanto fondo se acabará pareciendo al famoso plan E de Zapatero -recuerden 13.000 millones inyectados para estímulo económico- que acabó como el rosario de la aurora. A la postre, no evitó la recesión económica del 2008 y sus nefastas consecuencias sobre el empleo. Más bien, contribuyó a aumentar una crisis de deuda pública sin precedentes.

Fíjense si no en el siguiente ejemplo. El Ayuntamiento ha conseguido 7 millones de euros para la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de La Calzada y distintas actuaciones de movilidad sostenibles. En definitiva, la creación de áreas singulares o de prioridad residencial que prevé el nuevo Plan de Movilidad. En la zona oeste, como digo, podemos acabar viviendo una paradoja. Resulta que su ZBE será la primera con un matiz: ni el vial de Jove estará ejecutado, ni la siderurgia será tan verde como creíamos. En este último caso, resulta preocupante el retraso que tiene la inversión de 1.000 millones de euros, anunciada a bombo platillo en julio de 2021 por la multinacional y el Gobierno central. Tenemos, pues, que el dinero europeo servirá de poco si el tráfico pesado sigue atravesando el barrio y los coches se cubren con polvo ocre. Debemos, pues, intentar buscar sobre todo proyectos que conlleven valor añadido para la ciudad desde el punto de vista económico. Desde luego, gastarse el dinero en peatonalizaciones varias, cambios de sentido y restricciones por doquier al tráfico rodado poco va a aportar. Es como echar gaseosa al vino. Un buen vino europeo que deberíamos saber aprovechar.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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