Sorprende la actitud que tiene ahora el equipo de gobierno con El Muro. Empezaron muy fuertes reuniéndose con todo quisqui para presentar su proyecto a bombo y platillo, pero en la actualidad es como si hubiesen echado el freno de mano. Tal es así, que el propio concejal de Obras Públicas, Olmo Ron, decía en estas mismas páginas: «No habrá obras en 2023, lo prioritario ahora es pagar las facturas». Ojo, lo contrario a lo que sostenían hasta hace cuatro días donde tenían muy claro que empezarían antes de que acabase este mandato. A este frenazo también ha contribuido que el tema sigue candente. Dicho en otras palabras: quema cada vez que se toca. El proceso de licitación para la modificación del plan general del Muro y la redacción del proyecto de reurbanización quedó desierto. Es decir, ninguna empresa quiso participar en un asunto tan sensible para la ciudad. Máxime, si su dotación económica tampoco era demasiado golosa. En definitiva, no parece que se tenga mucha prisa desde instancias municipales por la reforma. Más que nada, porque el gato escaldado del agua caliente huye. Sin duda, la sentencia que obligó a desmantelar el conocido «cascayu» fue un gran varapalo para el Ayuntamiento. A la postre, puso en solfa la dogmática política de Movilidad que se ha efectuado hasta la fecha.
Oigan, ¿y pasó algo porque volviese el doble sentido a la avenida Rufo García Rendueles? ¿Es Gijón en estos momentos menos sostenible o está más contaminado? ¿Por qué nadie habla ya de los atascos a la avenida de la Costa? ¿Acaso ha dejado de ser San Lorenzo un espacio donde lo mayoritario es el paseo y la actividad deportiva? En absoluto, la vuelta a la normalidad es lo que ha predominado, mientras siguen conviviendo las distintas formas de movilidad. Buena prueba, claro, de que el futuro de este icónico espacio tiene que pasar a la fuerza por ahí. Esto es, con dos carriles que se puedan cerrar en cuanto a se necesite y destinados a dar servicio al tráfico rodado. Sin embargo, si lo que se quiere es patrimonializar El Muro en función a una determinada ideología, en fin, tendremos problemas. Desde luego, no ver que la situación actual puede exportarse para el futuro -con cambios obligatorios en el carril bici- es estar bastante ciegos. De momento, lo que no parece es que la solución final vaya a salir de esta legislatura. El pensamiento que prevalece es que se meta la siguiente en el charco.
@balbuenajm