«Nunca había visto los trenes tan llenos». Este comentario, que escuché a una persona que utiliza este medio para ir a trabajar, refleja la situación que está viviendo el transporte público en nuestro país. Gratuito (o casi) en la mayoría de los casos. La política del Gobierno de subvencionarlo al máximo se basó en dos razones. La primera, fomentar su utilización favoreciendo así el medio ambiente y la segunda, claro, como ayuda. Es decir, aliviar a las economías familiares de la pesada carga de una inflación muy elevada. En todo caso, tal parece que este subsidio generalizado está creando también distorsiones. Hace poco la operadora Renfe avisó de que muchos usuarios están haciendo un mal uso del abono gratuito. Esto es, reservando plazas que luego no utilizan. Resultado: algunos trenes están llenos en teoría, pero en la práctica existen bastantes asientos libres. Por otra parte, la patronal del transporte por carretera considera que se le está perjudicando. Mientras el tren se encuentra subsidiado hasta la médula, en los autobuses todavía hay que pagar billete. Eso hasta que ha llegado la negociación presupuestaria. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, confirmó en el Congreso de los Diputados que algunas líneas de largo recorrido de la red estatal serán gratuitas en 2023. Todo ello, en base a acuerdo con el PDeCAT. Si no quieres taza…
En la práctica, esto significa para los asturianos que viajar por carretera a Madrid, Sevilla, Galicia o Irún será gratis. Eso a falta de conocer la letra pequeña del acuerdo. Ya saben, el demonio está en los detalles. En principio, resulta chocante que el año que vamos a estrenar el AVE -ahora nos dicen en Transportes que durante el primer semestre- se regalen viajes por carretera. También que ha costado Dios y ayuda obtener una menguada rebaja para el peaje del Huerna, mientras que gracias a los catalanes y sin mayor esfuerzo viajaremos a Madrid con el billete pagado. Ojo, en un contexto donde los costes de los combustibles están disparados. Tanto el gasóleo como la electricidad se encuentran por las nubes y repercute sobremanera en las empresas del sector. Entramos, pues, en el concepto del falso gratis. O sea, muy contentos porque un servicio determinado no tenemos que pagarlo directamente, pero no nos damos cuenta de que lo hacemos con creces de forma indirecta. Dicho de otra forma: lo abonamos a través de nuestros impuestos.
@balbuenajm