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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El arrendamiento electoral.

La semana pasada el Gobierno del Principado y el Ministerio de Transportes firmaron un acuerdo para construir 335 viviendas de protección pública destinadas al alquiler. Es decir, tendrán un precio limitado que no podrá superar los 8,85 euros por metro cuadrado. Todo ello, en la zona central, puesto que están repartidas entre Avilés, Gijón, Oviedo y Siero. O sea, donde las rentas son más altas y existe mayor demanda. Tampoco sorprende, claro, que se presenten ahora iniciativas así. La política de vivienda es muy golosa de cara a hacer campaña y siempre aparece el arrendamiento electoral. Otro ejemplo son las medidas que ha presentado este martes el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Entre ellas, destaca lo referente al tema del alquiler que vuelve a penalizar a los arrendadores. De hecho, gran parte de los problemas del mercado viene por la escasez de oferta. Ante la pléyade de restricciones que se imponen -no se puede desahuciar por impago en ciertos casos, incrementar la renta más del 2% y se prorrogan los contratos que expiren antes del 30 de junio para evitar la subida- los propietarios optan por dos cosas. O bien venden el inmueble y se quitan de preocupaciones, o bien se pasan al turístico que evita estas normas. A la postre, les da mucha más libertad para disponer de su propiedad.

En nuestro paraíso natural la cosa se complica aún más: gran parte de la oferta existente viene de herencias. Es decir, como tenemos una población menguante donde el número de fallecimientos es muy elevado, muchos herederos se encuentran con un piso y tienen que decidir qué hacer. En la mayoría de los casos, optan por la venta -por eso este año ha sido récord en transacciones- frente al arrendamiento. Sin duda, por las limitaciones legales que trae consigo ahora mismo arrendar. Tenemos, pues, dos formas de incrementar la oferta en el mercado del alquiler. Aumentando la vivienda pública hasta límites insospechados (recordemos que Asturias tiene el segundo parque mayor de España tras Madrid), o fomentando que los propietarios saquen al mercado sus inmuebles (justo lo contrario a lo que se está haciendo). Tal parece, digo, que se considera al arrendador como un especulador, cuando normalmente se trata de un pequeño inversionista que ha depositado ahí los ahorros de toda su vida. Para muchos, tener un piso rentando es el complemento a su pensión. Sin embargo, eso no se quiere ver.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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